Amaos unos a otros dice Jesús, como yo os he amado. El Señor después de anunciar su partida resume sus preceptos en uno solo: El Mandamiento Nuevo. La medida del amor cristiano no está en el corazón de Cristo, que entrega su vida en la Cruz por la redención de todos. Esta es la expresión de su última voluntad, la cláusula principal de su testamento. No podemos separar el amor al prójimo del amor a Dios. El Mandamiento supremo de la ley es amar a Dios con todo el corazón y al prójimo como a sí mismo. Sabemos que Jesucristo que es la misma pureza, la sobriedad, la humildad sin embargo no pone como distintivo para sus seguidores ninguna de estas virtudes, sino la caridad. Cristo, después de tantos siglos, todavía sigue siendo un mandato nuevo, porque muy pocos hombres se han preocupado de practicarlo. Si no tenemos caridad de nada sirve la vida cristiana. (Cor.13,1-13).
Opinión
V Domingo de Pascua (Jn.13,31-33.34-35)
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