Esta semana que hoy acaba ha dado cabida a varios retos que desafortunadamente han ido evolucionando a decepciones. Sin ir más lejos y en torno a la polémica sobre los efectos secundarios que pueda o no provocar la vacuna de Astrazeneca, quien más y quien menos estaba pendiente de la resolución que hizo pública la Agencia Europea del Medicamento el pasado miércoles. Se estaba esperando conocer cual era el dictamen de la mencionada Agencia, para que por parte de todos los países miembros de la Unión Europea se pudiera negociar y aprobar un mismo protocolo de actuación en todos los estados.
Y aquí tropezamos con la primera decepción; la reunión de todos los miembros de la Unión, acabo sin acuerdo. La falta de consenso a la hora de decidir como hay que actuar frente a la utilización de una vacuna, no puede más que provocarnos un cierto desasosiego, ya que no es la primera vez que resulta imposible ponerse de acuerdo en como actuar frente a algo tan terrible y preocupante como es una pandemia mundial. Y lo peor quizás sea, que no es la primera vez que después de horas de reunión no podemos ver la deseada “fumata blanca” de consenso sobre como podemos actuar todos al unisono frente al covid. Lo más decepcionante sin duda alguna, es ver como si bien parece que hay un amplio consenso por parte de los expertos sanitarios sobre cual es la mejor manera de actuar; la resolución final acabe siendo distinta en cada país debido fundamentalmente a criterios políticos.
Esa no puede ser la Europa que queremos. La Unión Europea debe servir para algo más que para que unos países ricos impongan restricciones económicas a los que pasan por más necesidades; ya que de ser así la palabra “Unión” pierde todo su sentido.
Otra de las escenas vergonzantes de la semana se escenifico en Turquía, donde estuvieron de visita oficial la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen y el responsable del Consejo Europeo Charles Michel, durante la recepción por parte del Presidente turco Erdogan. A la hora de proceder a sentarse en sus respectivos asientos, se pudo comprobar como en un acto puramente machista y de desprecio hacia la única mujer presente en la citada recepción, se habían preparado dos sillones situados uno junto al otro en señal de respeto y en base a la responsabilidad política que desempeñan Erdogan y Michel, relegando a un segundo termino a la Presidenta de la Comisión Europea, que se vio desplazada a un sofá alejado de los otros dos dirigentes.
Semejante acto de falta de respeto hacia el genero femenino, era esperable de un personaje como el Presidente turco; sin embargo lo que causo mayor extrañeza fue la falta de reacción inmediata por parte del responsable del Consejo Europeo, ante la ofensa que se estaba escenificando. Su actitud sentándose sin más en uno de los dos sillones, dista mucho de lo que cabe esperar de un alto mandatario de la Unión Europea y a pesar de que días después critico la situación, aunque con la boca pequeña, con su actitud se mostró complacido con la situación y en ningún momento exigió que se solventara el agravio. Por ello y demostrando un mínimo de dignidad, lo que ya debería haber hecho es presentar su dimisión.
La tercera decepción tiene que ver con la irrupción de los extremistas en la precampaña de las próximas elecciones madrileñas durante un mitin electoral de Vox en la capital de España. Dejando al margen que lo sucedido no es ni más ni menos que lo que buscaba desesperadamente el partido de extrema derecha, que su presidente atizó convenientemente el fuego que se había encendido, saltándose con actitud chulesca el cordón policial y otras actitudes provocadoras perfectamente estudiadas; hay que recriminar abiertamente la actitud violenta de los grupos antifascistas enfrentándose a las fuerzas del orden. El uso de la violencia hace que se pierda la razón y con toda seguridad le acaba dando un protagonismo a los convocantes del mitin, que por sus propios méritos jamás habrían conseguido.
A los fascistas, homófobos y xenófobos de la extrema derecha habría que sacarlos de todas las instituciones democráticas en la que jamás han creído, pero eso no se puede hacer a pedradas, hay que hacerlo con votos. Cada uno de los ciudadanos de este país con su voto, ha de ser quien devuelva a las cavernas más profundas a esos partidos que no creen en la democracia y lo único que pretenden es utilizarla para tratar de imponer de nuevo su añorada dictadura.
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