Es una obviedad que la Covid-19 ha supuesto un auténtico terremoto para todos los ámbitos de nuestras vidas. No existe ninguna creencia previa a su fatal llegada, por indestructible que pareciera, que haya quedado libre de su impacto. Sin embargo, no hay ningún sector que necesite mayor cariño y protección que el de la educación. Sobre nuestro sistema de enseñanza pivotan el resto de elementos que conforman nuestra sociedad. Todos. Sin excepción. Es por eso que desde el Ayuntamiento de Santa Eulària des Riu hemos realizado un esfuerzo mayúsculo para estar al lado de nuestros docentes y nuestros escolares pese a no ser la institución competente.
La responsabilidad que nos otorgan nuestros vecinos y vecinas es, ante todo, un ejercicio constante de empatía. Así lo hemos hecho estando cerca de los ocho colegios y dos institutos de nuestro municipio, para tratar de que esta vuelta a la normalidad sea lo menos traumática posible. Hemos cerrado calles y hemos puesto a su disposición a nuestros agentes de la Policía Local, para que la entrada y la salida de los escolares se lleve a cabo sin peligros; también hemos cedido las pistas, instalaciones y parcelas municipales a petición de los centros y los hemos ayudado a acometer pequeñas reformas para que las infraestructuras sean un lugar seguro para nuestros niños y niñas. Para nuestro Ayuntamiento no ha supuesto un contratiempo, ya que se trata de la labor que nos encomendaron en las urnas hace poco más de un año.
Se trata de iniciativas llevadas a cabo con gusto y sin ningún pesar. Precisamente por ello no podemos salir de nuestro asombro por la actitud que ha tenido la Conselleria balear de Educación con toda la familia que conforma el CEIP Sant Carles. Que el Govern consiguiera a finales del mes de enero la licitación de la primera fase de la ampliación del centro escolar de Peralta fue una inmensa alegría para los vecinos de Sant Carles, en particular, pero también para todos los ibicencos. De esta manera, el Instituto Balear de Infraestructuras y Servicios Educativos (IBISEC) comenzaba a saldar una deuda histórica, a la espera de la segunda ampliación de la que no existe proyecto. Cabe destacar, no obstante, que seguimos con un déficit importante por lo que respecta a la inversión en infraestructuras educativas. Bienvenidos sean todos estos proyectos en nuestra isla y en nuestro municipio.
De la misma forma que consideramos una obligación ayudar a nuestros centros educativos, aún sin ser de nuestra competencia, también pensamos que tenemos derecho, puesto que representamos a los vecinos de Sant Carles, a exigir que las obras de mejora comprometidas sean vigiladas por la Conselleria de Educación. Y esto no ha sido así en el caso de Sant Carles, donde la administración que ha encargado y debe vigilar que los trabajos se desarrollen de forma correcta y en tiempo no ha estado a la altura.
Sin embargo, tras tener noticias del retraso escandaloso de las obras del nuevo colegio de Peralta, en una visita el pasado 31 de agosto, junto a la inspectora educativa y la delegada de Educación en las Pitiüses, Margalida Ferrer, pudimos constatar que los trabajos iban con gran retraso. El IBISEC se había comprometido a tener los accesos acabados para el inicio de curso pero no era así. Algunas aulas todavía carecían de rampa o escalones que permitiesen un acceso seguro y cómodo para niños y profesores. Nuestra incredulidad ha ido en aumento hasta ver que la reforma sigue sin estar resuelta con el curso iniciado.
Como institución pública somos sensibles a que el Coronavirus cambió nuestro foco de atención y de que los plazos previstos antes de su llegada se han convertido en meras estimaciones. Pero lo que no tiene perdón alguno es la falta de interés y la desgana. El desplante lo evidencia también que no hayan sido diligentes para dejar lista una obra menor como la de la reforma menor de un baño en el CEIP Santa Gertrudis. Como no sabemos si llegará, nos hemos comprometido a poner a disposición del centro baños portátiles para que los pequeños puedan empezar el curso. Por nuestra parte seguiremos trabajando. Con la educación no se juega.
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