Los abogados penalistas bien saben que en los interrogatorios penales hay un género de preguntas prohibidas por la Ley de Enjuiciamiento Criminal como son las sugestivas, las capciosas y las impertinentes, dado que sugieren al interrogado la respuesta que debe dar. Este tipo de preguntas son exactamente las que ha hecho el último CIS bochornoso que no se corta a la hora de insinuar que se debe restringir la libertad de información, nada menos que un derecho fundamental consagrado en el artículo 20.1 d) de la Constitución.
Sánchez e Iglesias celebrarían que hubiera una única fuente gubernamental, mediante la cual pudieran decidir qué información conceder y cual ocultar; lástima que la democracia se lo impida. Nadie duda que los bulos deben ser desmentidos y combatidos, en tanto que son severamente dañinos para el interés general. Bien lo sabe la ultraderecha que no deja escapar una sola ocasión para creerse sus propias fake news y difundirlas, como si de la verdad imperturbable se trataran. Pero no debemos caer en el error pretendido por el Gobierno de establecer una dicotomía entre combatir bulos y libertad de prensa. Son precisamente los medios libres los que atacan la línea de flotación de las informaciones falsas y sesgadas proferidas tanto desde el ejecutivo como desde la oposición más recalcitrante.


Si nos limitáramos a leer la información que difunde el Gobierno, correríamos el riesgo de acabar creyéndonos lo que dice el CIS, tragándonos que un 97% de los españoles aprueba la gestión del Gobierno, que media España opina que la coyuntura económica es buena o que Pedro Sánchez es el líder más valorado y sexy del orbe. Quedémonos en casa y pongamos en cuarentena los bulos con los que nos torpedean desde distintos frentes, ya sean oficiales o no.