Poco se ha hablado de ella en los medios de comunicación, señal inequívoca de que ha hecho bien su trabajo. Yo diría que muy por encima de la media y no soy yo de regalar los oídos a ningún político. Ha habido críticas, cómo no, pero han sido en voz baja, porque siempre habrá algo que criticar, pero ella ha sabido lidiar de forma bastante discreta -y por tanto efectiva- con los problemas que han ido surgiendo. No ha buscado la polémica estéril ni el aplauso fácil, lo cual supone un comportamiento poco habitual en política en los tiempos que corren. Estamos ante una Señora. Educada hasta el extremo, cultísima como pocas, afable en el trato y amable siempre. Cuando en las sesiones de control en el Parlament, desde la bancada del Partido Popular trataron de ponerla en apuros, no solo se salió incólume, sino que revelándose como una parlamentaria de oratoria brillante, dejó al diputado o diputada que le buscaba las cosquillas deseando no haber tomado la palabra. Como se suele decir, fueron a por lana y volvieron trasquilados. Antoni Camps fue uno de los que sufrió su verbo acerado, pero «qui no vol pols que no vagi a l'era».

Me estoy refiriendo a Fanny Tur, la ibicenca no afiliada a ningún partido que desde abril de 2017, en sustitución de la dimisionaria Ruth Mateu, ha ostentado el cargo de Consellera de Cultura, Participació i Esports del Govern. Todo parece indicar -y me gustaría equivocarme- que no formará parte del nuevo Ejecutivo autonómico de PSOE-Podemos-Més. Seguramente las puñeteras cuotas no dejan margen para una independiente, aunque lo haga bien y sepa qué se trae entre manos. Pero es que además, la Conselleria de Cultura desaparecerá como tal. Este incómodo departamento -habrá quien lo tilde de inútil- será acomodado en la Conselleria de Presidència. Así se materializan todas las promesas hechas en campaña de promocionar la cultura e impulsar la industria cultural de Balears. Felicidades.

Si en lugar de ser una coalición de partidos de izquierdas la que se carga de un plumazo la Conselleria de Cultura del Govern, relegando el departamento en Presidència, cuyas funciones nada tienen que ver, esto lo hace el PP, arde Troya. Y con razón. Pero como lo harán los socialistas con la inestimable -e imprescindible- colaboración de Unidas Podemos y Més per Mallorca, no pasará nada. Francina Armengol no es José Ramón Bauzá, no hay duda. Este detestaba la cultura. Aquella solo la deja sin Conselleria. ¡Bravo!