El Evangelio nos presenta el relato de la transfiguración del Señor. El texto también aparece en los otros dos evangelios sinópticos: Marcos y Mateo. Es una respuesta sobre la identidad de Jesús de Nazaret. Los tres evangelios sinópticos coinciden en que Jesús se llevó consigo a tres de sus discípulos: Pedro, Santiago y Juan. Jesús se transfigura delante de ellos, es decir, toma otra figura. Moisés y Elías conversan con él. Pedro interviene, habla de quedarse y hacer tres tiendas. Se forma una nube que los cubre con su sombra. La nube significa la presencia de Dios. La visión les llena de paz y pretenden parar el tiempo, por ello propone hacer tres tiendas, para permanecer allí el mayor tiempo posible. Pedro dijo a Jesús: Maestro, qué bien estamos aquí – ciertamente junto al Señor siempre se está bien -. Una voz salió de la nube, que decía: Este es mi Hijo el elegido, escuchadle. Todo lo que Dios quiere decir a la Humanidad ya lo ha dicho y lo sigue diciendo a través de Jesucristo. ¡Escuchadle! Dichosos, dice el Señor, los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen. Jesús nos habla por medio de su Iglesia del Evangelio y de la oración. San Juan de la Cruz nos dice que debemos poner nuestros ojos en Cristo sin querer otra cosa que escuchar al Hijo de Dios. Pon los ojos solo en El, porque en El lo tengo todo dicho y revelado, y hallarás en El aún más de lo que pides y deseas. El relato confirma el mensaje pascual de Jesús sobre su resurrección y el testimonio del Padre que confirma quién es Jesús y lo fundamental de su mensaje como camino de plena realización del ser humano. El Papa Francisco en su mensaje de Cuaresma del año pasado escribe: Dante Alighieri, en su descripción del infierno, se imagina al diablo sentado en un trono de hielo; su morada es el hielo del amor extinguido. «El amor se enfría también en nuestras comunidades. En la exhortación apostólica Evangelii Gaudium traté de descubrir las señales más evidentes de esta falta de amor, estas son: la acedía egoísta, el pesimismo estéril, la tentación de aislarse y de entablar continuas guerras fraticidas. La mentalidad mundana que induce a ocuparse solo de lo aparente». La fe firme, la amistad gozosa, el compromiso con los excluidos de nuestro mundo, los que nuestra sociedad deja al margen son señales de que creemos que el camino de Jesús es el camino para ser verdaderamente humanos.
Opinión | Lucas Ramón Torres, sacerdote
Segundo domingo de Cuaresma (Lc. 9, 28-36)
Ibiza17/03/19 4:01
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