Los turistas que este verano suban a Dalt Vila, en Eivissa, tendrán un estímulo cultural: la Casa Colom. Allí con paneles, croquis, mapas y textos se expone la tesis de Nito Verdera sobre el origen ibicenco de Cristóbal Colom, el navegante que descubrió el Nuevo Mundo para Europa.
Es más rápido y cómodo viajar de Santa Eulària del Riu a la capital por mar que por tierra debido a las carreteras estrechas y al exceso de tránsito. También en el siglo XV. La barca, y no el carro, era el vehículo más eficaz. De ahí que Cristóbal Colom escribiera que navegaba desde los 14 años.
Pere Vilàs Gil resume la tesis de Nito Verdera en el número 15 de Es Club, la revista del Club Náutico de Ibiza. Colom conocía las costas de las Pitiusas como la palma de su mano. Aprendió el arte de la cartografía con los mejores maestros judíos. En Portugal se ganaba la vida haciendo mapas. Nito Verdera, que fue piloto de la Marina Mercante, descubrió en América que el 9,6 % de los topónimos que bautizó Colom son parecidos a los que el navegante conocía de sus correrías marítimas juveniles, por ejemplo, Puerto Grande: Portmany. La historiografía oficial, que buscó la identidad de Colom en un tejedor genovés que no se movió de su taller hasta que, cumplidos los 30 años, se le ocurrió descubrir América, niega dos hechos fácilmente demostrables: que Colom era judío y además catalán del Reino de Mallorca. Fernando el Católico incumplió las capitulaciones de Santa Fe porque se enteró de que Cristóbal Colom había combatido a favor de Renat I de Provença, rey de Catalunya (1466-1472), contra su padre Joan II. Fernando perdonó a Colom su judaísmo, pero no que ayudase a quitarle la sucesión a la Corona que finalmente recuperó.
De hecho, el rey Católico hizo un valioso regalo al almirante: una bula que lo protegía a perpetuidad –a él, a su familia y a sus bienes– de las garras de la Inquisición que le pisaba los talones. Colom es la traducción al catalán del nombre del profeta Jonás, en castellano Palomo, en italiano Colombo, en alemán Taube, etc. El vocablo Colón surge por la dificultad fonética castellana de pronunciar la m final, que se convierte en n.
Esto y mucho más se puede aprender de una reposada visita a la Casa Colom de Eivissa.
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