Que dos países europeos, en ejercicio de su soberanía, hayan impedido a algunos ministros turcos hacer campaña activa en favor de un proyectado referéndum que, de ganarse, significará la vuelta al califato, ha molestado extraordinariamente al moderado Erdogan, hasta el punto de llegar a calificar de nazis a los políticos alemanes y holandeses. También ha amenazado con represalias a Holanda y Alemania, además de amagar con romper el tratado sobre los refugiados.
El jefe de su diplomacia ha vaticinado que «pronto habrá guerras de religión en Europa», algo que, mucho antes, había pronosticado Gadafi al afirmar que la mejor arma del Islam para conquistar Europa eran los vientres de sus mujeres. A este respecto, el moderado Erdogan ha exhortado a los ciudadanos turcos que residen en la Unión Europea a tener no ya tres, como había hecho antes, sino ahora cinco hijos. Mientras tanto, un influyente imán turco anima a su Gobierno a disponer cuando antes del arma nuclear.
En 1992, en una conferencia en el Instituto de Empresa Americano, plasmada en un artículo del año siguiente en la revista Foreign Affairs, Samuel P. Huntington pronosticó que las identidades culturales y religiosas serían la principal fuente de conflicto en la post-guerra fría. No faltaron ingenuos que se apresuraran a inventar la «Alianza de civilizaciones» como exorcismo todo a cien al riguroso análisis del politólogo norteamericano.
Cuando uno averigua que un imán residente en Gran Bretaña ha denunciado al Reino de España ante el Tribunal europeo de derechos humanos por las procesiones de Semana Santa que, según él, son «una ofensa al Islam», uno se pregunta hasta cuándo seguirán en la inopia esos gobernantes europeos incapaces de defender sus valores.
El martes pasado, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea dictaminó que el hecho de que las empresas prohiban el uso visible de cualquier signo político, filosófico o religioso no «constituye una discriminación directa y, por lo tanto, es acorde con las leyes europeas. Mientras tanto, en España, un juzgado de Palma se ha pronunciado en sentido contrario y ha avalado el uso del hiyab en el trabajo, al dar la razón a una empleada que demandó a la empresa Acciona. Ana Saidi Rodríguez denunció a la compañía cuando sus jefes le impidieron atender al público en los mostradores de facturación del aeropuerto de la capital balear con el pañuelo en la cabeza. España es, ciertamente, diferente.
2 comentarios
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Si es que no cabe un tonto mas. Nos estamos haciendo el harakiri. Pero no calificaria de ingenuo a Zapatero, Presidente por la gracia de las bombas. Bajo un barniz buenista, tolerante y compasivo, lo que hizo fue "importar" millones de proletarios subvencionados que le votaran, como en Andalucia. Las nacionalidades, regaladas. Hollande salio por el voto de los musulmanes, y es lo que se pretendia aqui.
Artículo increíblemente lúcido y certero, y lo más sorprendente, totalmente alejado de la tónica oficial de sumisión al Islam que impera hoy en el periodismo Occidental. Ojalá empiece a haber más contenido similar, que está más en sintonía del sentir y la percepción del pueblo que el discurso oficial.