Solo hace falta acercarse hasta la sede del Consell d'Eivissa cualquier mañana de las que se celebra pleno, cada final de mes, y comprobar el escaso interés que despierta entre la ciudadanía. Entre el público están los de siempre: periodistas, algunos cargos públicos y unos pocos jubilados. Y tampoco crean que son muchos los que lo ven desde sus casas, ahora que se retransmite en directo por Internet. Pese a eso, Podemos impone al PSOE un espectáculo callejero denominado oficialmente El Consell a la plaça, donde el Consell Executiu irá a una plaza pública a rendir cuentas de su gestión a los ciudadanos que quieran preguntarles, siempre según los temas que el Consell proponga. Esta es la novedosa forma de combatir la sensación de lejanía y desafección de la ciudadanía, pero más parece una ocurrencia proveniente de Podem para parecer más próximos a la ciudadanía. Puro teatro que sólo aplaudirá la claque movilizada a tal efecto, como en las Ágoras de Sant Josep.

Si de verdad quieren que la gente participe del funcionamiento del Consell, podrían modificar el reglamento y permitir, como se hace en muchas entidades locales, que el último punto del orden del día sea una ronda de intervenciones por parte del público que asiste al pleno. Resulta bastante ridículo que se otorgue más libertad de preguntar a los ciudadanos por libre que a los consellers de la oposición, a los que se obliga días antes a anticipar las preguntas por escrito. Lo peor es que no se detecta ninguna demanda social para tirar adelante esta iniciativa, como no se detectaba para la esperpéntica consulta sobre el desdoblamiento de Ca Na Negreta. Y ahí que la hicieron. Para perderla, en lo que constituyó, además de tirar el dinero, un contundente revocatorio ciudadano del que ninguno de los consellers del equipo de gobierno se dio por aludido.