Con ocasión de mi septuagésimo segundo (*) cumpleaños he tratado de echar la vista atrás y me ha dado por recordar que una joven y bella opositora a formar parte del cuerpo diplomático me preguntó si podía darle citas: le contesté que eligiera entre el viernes y el sábado de aquella misma semana y se indignó porque lo que ella quería eran citas cultas para «enriquecer» sus ejercicios. Le expliqué que poseer un acervo de citas era cuestión de años de lectura y que habían de venir a cuento de lo que se trataba de argumentar porque, de lo contrario, podían resultar contraproducentes. A partir de ahí, he tratado de recopilar algunas de las que me han gustado particularmente sobre los más diversos temas.
Ciertos políticos hacían gala de mucho ingenio al caracterizar a sus oponentes. Así, por ejemplo, Lyndon B. Johnson caracterizó a Gerald Ford como «un tipo majo, pero que había jugado al rugby demasiadas veces sin casco». Churchill caracterizó a Clement Atlee como «un cordero con piel de cordero» y de él dicen que dijo que «llegó un taxi vacío al 10 de Downing Street y se apeó Clement Atlee», algo que negó vehementemente haber dicho, como también negó haber dicho que se trataba de «un hombre modesto con muchos motivos para serlo». Lo que sí dijo sobre Sir Richard Stafford Cripps, un político laborista, fue que tenía «todas las virtudes que detesto y ninguno de los vicios que admiro».
Otros tenían la virtud de sintetizar pensamientos complejos; así, Konrad Adenauer pronunció las siguientes frases: «el método infalible de apaciguar a un tigre es dejarse devorar por él» y «dado que Dios limitó la inteligencia del género humano, parece injusto que no limitara también su estupidez». En el mismo sentido se pronunció Alfonso X el Sabio cuando pronunció su famosa blasfemia: «si hubiera podido asistir al acto de la Creación, hubiera podido dar más de un consejo para la ordenación del universo mundo».
El famoso Diccionario del Diablo de Ambrose Bierce ofrece definiciones memorables: «Policía: fuerza armada para la protección y la participación». «Aborígenes: gentes de poca monta que estorban en el territorio de un territorio recién descubierto; pronto dejan de hacerlo y pasan a fertilizarlo». «Cónsul: en la política americana, persona que al haber sido incapaz de obtener un cargo de elección popular lo consigue del Gobierno a condición de que abandone el país». «Urraca: ave cuya propensión al hurto ha sugerido a más de uno la posibilidad de enseñarle a hablar».
Están también los que han pronunciado frases humorísticas memorables. Entre nosotros, Alfredo Di Stefano cuando dijo aquello de «jugamos como nunca y perdimos como siempre». El famoso actor norteamericano W. C. Fields, conocido por su desmedida afición a la bebida, aseguró que una vez había «pasado un año en Filadelfia. Creo que era domingo» y que en cierta ocasión había «ido a Filadelfia, pero estaba cerrado»; de hecho se le atribuye un epitafio tan ingenioso como probablemente apócrifo: «better here than in Philadelphia (mejor aquí que en Filadelfia)». Pero el que más gracia me hace suele atribuírsele a Groucho Marx pero en realidad es del pianista y compositor americano Oscar Levant: «conocí a Doris Day antes de que fuera virgen».
(*) Para víctimas de la LOGSE, ordinal de 72.
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