Este será un día tranquilo. Musitó para sus adentros el capitán Spock, mientras fruncía el ceño suavemente y sus orejas puntiagudas al más puro estilo doberman oteaban sagazmente el horizonte intergaláctico en busca de alguna que otra nave klingsor, pues aún no era consciente de su craso error de apreciación.
Mientras tanto, en la terminal de un aeropuerto intergaláctico terrícola de Barcelonalopolis, se iban agolpando los pasajeros entre colas interminables de carritoides, cargados de maletoides hasta los topoides, propulsados por hidrógeno líquido y otras porquerías que les echaban, para que se mantuvieran dichos artilugios en el aire y que se amontonaban irremediablemente unos con otros formando lo que en términos humanoides se conoce como el corro de la patata.
El pasajero cuatro mil cuatrocientos cuarenta y cuatro, conocido por Domènico Modugno69, aguardaba su turno pacientemente como el resto de millones de usuarios intergalácticos que esperaban emprender su viaje vacacional al planeta satélite de Plutón, más conocido por Plutón Verbenero, famoso en todo el mundo entero por sus galáctico-disco-bicho clubs, sus lagos desecados por la falta de agua, y sus aires corrompidos por el pestilente azufre que provocaban un subidón a todos los que con júbilo ansiosamente lo visitaban. Nota del autor: Omitan cualquier parecido que pudieran apreciar con otro, u otros lugares.
En eso andaba el pasajero 69 de la terminal del Prat: en esperar a que llegase la nave intergaláctica U2, With or Without you – Contigo o sin ti, en lengua terrícola- , capitaneada por el Comandante Spock y Pocholo y sus amigos, sin saber que estos "amigos", se encontraban actualmente, en plena lucha por un motín a bordo, de sus propios tripulantes, que no estaban para nada de acuerdo en el plus que percibían los susodichos, por el traslado de residentes fuera de la galaxia, y en resumen, porque decían y con razón, que esa gente era de otro mundo, como las pipas facundo. Además tampoco estaban de acuerdo en las nuevas rutas programadas, porque la compañía de antemano, no contaba con las suficientes naves nodrizas para hacer frente a la eventual demanda estival que se producía "anu" almente- imagino que por eso de que la compañía iba de culo-, y por la falta de medios terrícolas, y porque además las medidas tomadas por la misma, con la contratación de personal alienígena no habían dado sus frutos debido a que entre otras cosas, no podían capitanear las naves porque sus tentáculos, que sí servían para llegar a cualquier administración de ámbito corrupto, no valían para agarrarse bien a los mandos de las mismas. Es por eso que los alienígenas son expertos en casos de corrupción por eso de ser seres de otro mundo, como ustedes ya deben conocer a estas alturas.
Y en estas andaba el asunto, que el mismo, (o sea: el asunto, porque la corrupción va a todo ritmo) iba de mal en peor. Las colas se multiplicaban en la terminal, los carritos se amontonaban igual que en los atascos que diariamente se producen en una recóndita roqueta perdida de la galaxia que yo conozco, las cancelaciones de vuelos siderales se producían a miles, y las quejas, crecían y crecían de forma geométrica, mientras que los responsables de la compañía intergaláctica daban la cara de forma aritmética. Y mientras tanto a Mr.Spock le debían sonar las orejas porque además de llevarlas agachadas por las collejas que iba recibiendo, la compañía iba a ser apercibida por el Consejo de la Galaxia Superior que estaba hasta las moñas siderales de que se le tomara el poco pelo que la radiación estelar, provocada por la falta de ozono, había dejado escasamente a pesar de los injertos y el Lady Grecian, sobre las cabezas abultadas y deformadas de sus pasajeros que pacientemente se degollaban por el estrés los unos a los otros en las terminales de vuelos aeroespaciales. En definitiva: el caos galáctico.
Y sin embargo. Entre ellos, el pasajero 69, Mr. Modugno, entre paciente espera y desespera, entonaba su himno a la alegría vacacional frustrada, como otros miles de intergalácticos pasajeros mutantes y aullantes, con su letra que más o menos decía así: Volare oh, oh Cantare oh, oh. Nel blu dipinto di blu. Felice di stare lassù. Todo un poema para los responsables incompetentes de la compañía de vuelos, intergaláctica Volare.
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