Después de los últimos episodios de lluvias intensas que han anegado muchos puntos de la isla les hablaré de la lluvia fina. Es la que va calando poco a poco. La que parece que no hace nada pero va haciendo mella hasta convertirse en una gota malaya. Sin llegar a la tortura sí que raya el hartazgo. Y no me refiero a los efectos de las inclemencias meteorológicas, que también, sino a los curiosos episodios policiaco-judiciales vividos en las últimas fechas. De una parte, la enésima detención de el alunicero ‘Niño Sáez', que ya no es niño ni tampoco empotra coches contra los escaparates. Ahora ya supera la treintena y lidera su propia banda especializada en reventar cajas fuertes. En cuestión de un mes, la Policía Nacional lo ha detenido dos veces en Eivissa, donde este delincuente pasa algunas temporadas desde hace años. La cuestión es que una y otra vez, tal como lo detienen, la justicia lo deja en libertad. Cosas del sistema. La lluvia fina va calando y la sociedad se va cansando porque no ve justificación alguna a una situación que se repite hasta la saciedad. Otro episodio inverosímil es el que se vive en Sant Josep. Aquí, el jefe de la Policía Local ha puesto su cargo a disposición del alcalde tras dejar en libertad a un vendedor ambulante detenido. Según apuntó, adoptó esta decisión para «evitar males mayores» con la turba de amigos del detenido que se presentó en las dependencias municipales. En pleno aguacero, Jaume Ramon tiró por el carril del medio, pero el mensaje enviado puede resultar más peligroso si cabe. Si me aprietas, aflojo. Lo dicho, la lluvia fina va calando y calando y la sociedad cada vez entiende menos estas cosas. Tampoco se entiende, o quizás sí, que las cloacas de Eivissa saquen todo a ‘relucir' cada vez que llueve.