El lehendakari Juan José Ibarretxe ha anunciado la convocatoria de elecciones en el País Vasco para el próximo 1 de marzo, fecha que coincide con los comicios autonómicos en otra comunidad, Galicia.

Ibarretxe y el Partido Nacionalista Vasco afrontan su examen en las urnas con una de sus grandes promesas incumplidas: la celebración del referéndum sobre la autodeterminación. El Tribunal Constitucional zanjó la polémica política con una sentencia que dejaba muy claro que las pretensiones del lehendakari rebasaban las posibilidades de la Constitución española, un fallo previsible sobre una cuestión que Vitoria siempre planteó con más descaro que convicción ante Madrid.

La cita electoral preparada por Ibarretxe se producirá después de que se haya declarado ante los jueces por sus contactos con el abertzale ilegal Otegui, un modo de aventar el victimismo como arma política. Esta circunstancia pone en evidencia las dificultades en las que se encuentra el Partido Nacionalista Vasco, consciente de que poco a poco va perdiendo apoyos en la medida que sus más directos adversarios, el PSOE en Euskadi y Patxi López, logran construir un discurso político propio pero sin perder sus vínculos con la organización estatal a la que pertenecen.

Coincidir con las elecciones gallegas puede ser otra argucia de Ibarretxe para desviar la atención de los líderes nacionales durante la campaña, obligados a repartirse entre Galicia y el País Vasco. De todos modos, en las elecciones vascas no sólo se examina el PNV, el Partido Popular, y Rajoy en concreto, podrá comprobar el grado de acierto que supuso la sustitución de María San Gil. Un revés serio el 1 de marzo puede acabar teniendo consecuencias políticas en la cúpula de las filas conservadoras.