Más de mil africanos han llegado este fin de semana a Canarias. Llegan sin papeles, sin conocimiento del idioma, sin otro horizonte que sobrevivir acogiéndose a la buena disposición que hasta la fecha ha demostrado la sociedad española. Desde la perspectiva de respeto a los Derechos Humanos la actitud de las autoridades españolas es correcta; si la mirada es más amplia y va al fondo del problema, la cosa se complica porque lo que podríamos el «modelo español» de acogida a de inmigrantes, es insostenible.
Insostenible porque cuando la cosa se pone fea en Canarias y los medios de comunicación aprietan, lo que hace el Gobierno central es trasladar a los inmigrantes -es decir, el problemaa la Península. Viaje de madrugada en avión, para no llamar la atención, y suelta de los inmigrantes indocumentados en Madrid, Barcelona o Murcia en la idea de que «ya se buscarán la vida». Esta es la verdad de la cuestión, verdad de la que se habla poco. Se habla más de planes de dudoso horizonte como el llamado «Plan Àfrica» que quiere que sean los gobiernos de los países que exportan inmigrantes, Liberia, Sierra Leona, Cabo Verde, Senegal o Camerún, quienes se hagan cargo de la repatriación de sus nacionales. Por no hablar del no menos cosmético apoyo de la Unión Europea que consiste en mandar media docena de helicópteros y un barco para patrullar en aguas de Mauritania. Ninguna de estas medidas resolverá el problema.
Hablar como lo hizo ayer el señor Rodríguez Zapatero en el debate parlamentario de «máximo control de fronteras», suena a sarcasmo. Para iniciar la búsqueda de una solución real al problema habría que empezar por reconoce una evidencia: el fracaso del modelo español de acogida El «buenísimo» queda bien para salir en la televisión, pero no resolverá el problema de la inmigracion.
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