Finalmente Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) ha optado por pedir el voto en contra del Estatut de cara al próximo referéndum, una opción ciertamente válida y explicable sólo en función de que el texto resultante no cubre las expectativas de la formación independentista.
Ahora bien, no es razonable que ERC continúe formando parte del Govern de Catalunya toda vez que se opone al proyecto más importante del tripartito en esta legislatura. Su postura debiera haberles llevado, de igual modo, a la renuncia a formar parte del Ejecutivo catalán y, de este modo, facilitar al president de la Generalitat, Pasqual Maragall, la adopción de las medidas que estime oportunas, incluida, naturalmente, la de la disolución del Parlament y el adelanto electoral, si así lo decidiera.
Coincidiendo con las afirmaciones de Artur Mas, cabe señalar que no es lo más lógico que ERC ponga los intereses de poder por encima de los de Catalunya. Sería un ejercicio de responsabilidad por su parte la renuncia a sus cargos en el Govern catalán.
Además, pedir el no en el referéndum, en la misma línea que el Partido Popular (PP), aunque evidentemente por razones de orden muy diferente, supone, de hecho, debilitar al tripartito, del que forma parte, y ésa es una pésima estrategia.
Son normales, en este sentido, las presiones que desde el PSOE y desde el Gobierno, que ya encontró en Convergència i Unió (CiU) un socio para desatascar el Estatut en un momento difícil, se han ejercido para que Esquerra modificara su postura de cara al referéndum.
Lo lógico sería que Esquerra definiera una posición coherente y, o bien pidiera el voto favorable al Estatut, o bien abandonara el Govern catalán. Por el momento, las espadas siguen en alto y habrá que estar expectantes para vez qué sucede en los próximos días.
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