Mallorca vuelve a ocupar las secciones de sucesos de los
informativos con un nuevo crimen, otra vez con una mujer como
víctima. Y son 44 las féminas muertas en lo que llevamos de año en
nuestro país a manos de sus maridos o compañeros sentimentales,
mientras que el número de hombres asesinados en idénticos términos
se eleva a dieciséis. En total, sesenta víctimas de la violencia de
género. Una cifra que asusta, que preocupa y que, al parecer,
moviliza muy poco. Todos lo sabemos, la violencia doméstica ha sido
siempre "y para muchos sigue siendo, por desgracia" un asunto
interno, de puertas para adentro, en el que los demás no deben
inmiscuirse.
Pese a todo, y aunque la sociedad se niegue a reaccionar o a
tomar partido en asuntos de este calado, la Justicia sí debe
hacerlo. Aunque, en demasiadas ocasiones todavía, no lo hace. O
hace exactamente lo contrario, minimizar las consecuencias de estos
hechos delictivos.
Ha ocurrido en Barcelona, donde un fiscal ha considerado un
hecho «menor» que un individuo amenace de muerte con un hacha a su
esposa y lo ha zanjado con una petición de sesenta euros de multa.
Es sólo un ejemplo, entre otros muchos que se producen casi a
diario.
Falta sensibilidad, falta educación y falta seriedad en un
asunto que está tomando proporciones tremendas. Algo grave está
fallando en nuestro sistema judicial cuando la delincuencia
reincidente se está apoderando de las capitales, cuando un
personaje como «Josu Ternera» desaparece sin dejar rastro "acusado
de ser el inductor de once asesinatos, cinco de ellos de niños" y
cuando amenazar con un hacha a una mujer se considera pura
anécdota.
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