La situación judicial del presidente del Parlament, Gabriel Le Senne, está debilitando a marchas forzadas la postura de Vox en la Cámara balear. En el pleno del martes, gracias a esta circunstancia política, el Govern pudo salvar la ley dedicada a la conciliación de la vida personal-familiar después de que Vox retirara su enmienda a la totalidad y votase en contra de las iniciativas en el mismo sentido presentadas por la izquierda. La situación de Vox empieza a ser demasiado débil.
Negociación.
Vox sabe que la continuidad de Le Senne en el Parlament depende del PP y lógicamente los populares intentan aprovechar esta circunstancia. Los últimos movimientos entre ambos partidos pueden facilitar incluso que el Govern pueda aprobar los presupuestos de este año, que se encuentran bloqueados por la decisión de Vox de no aprobarlos después de haber apoyado el límite de gasto. Por lo tanto, el momento político es muy propicio para el Govern de Prohens.
Doble discurso.
Vox es un partido que cuenta con un gran apoyo electoral hasta convertirse en la tercera fuerza política de Balears. También es el tercer partido en el Congreso de los Diputados. Tiene representantes en las principales instituciones de Balears y también de Ibiza, donde son claves en ayuntamientos como Sant Josep. Pero esta formación política corre el peligro de caer en la trampa de la contradicción. No es posible situarse como garante de la limpieza política y permitir, al mismo tiempo, que uno de sus altos cargos se aferre al cargo cuando previsiblemente deba sentarse en el banquillo de los acusados en breve acusado de un delito de odio. Vox tiene un discurso que cautiva a muchos electores, y eso es indiscutible, pero la continuidad de un político en un cargo no puede hipotecar la línea política de esta formación política. Se echa en falta un discurso coherente y, sobre todo, explicar el motivo por el cual Vox ha dejado de apoyar una mayoría de centro derecha en Balears sin una explicación convincente y razonable. El problema de Vox es que con esta línea de actuación puede acabar como Podemos, es decir, en la irrelevancia política.