Hace mucho tiempo que el semáforo que aprobó el Govern balear a finales de noviembre pasado ha dejado de ser un instrumento creíble para convertirse en un icono del esperpento sin ninguna utilidad práctica. El Govern hace y deshace a su antojo y aplica aquellas medidas que considera más oportunas siguiendo supuestamente los criterios de los expertos que están al frente de la lucha contra la pandemia sin aplicar las restricciones diseñadas para cada una de las fases, generando confusión, desasosiego y, lo que es peor, perdiendo credibilidad.
La moción de Marta Díaz.
Desde este punto de vista ha de valorarse como acertada la moción presentada por la consellera no adscrita Marta Díaz para que el Govern aplique las restricciones recogidas en el semáforo. Y si no las aplica ni, como parece, tiene intención de volver a aplicarlas que actualice el semáforo para adaptarlo a los nuevos criterios que se han establecido gracias al conocimiento adquirido en la batalla contra la segunda y la tercera ola. El Partido Socialista y Unidas Podemos votaron en contra de la moción y, por lo tanto, a favor del absurdo, demostrando que su inquina hacia la que fue vicepresidenta primera de su gobierno en el pasado mandato es mayor que su amor propio.
El caso de Menorca.
Mientras tanto, crece la indignación en Ibiza ante el trato diferencial que recibieron las islas de Menorca y de Ibiza en la actualización de la normativa ahora en vigor. Y es que la hostelería de la isla más septentrional del Archipiélago disfruta de unas medidas más laxas que la de Ibiza, ya que el uso de interiores está permitido y las terrazas solo han de cerrar entre las 18 y las 20 horas viernes, sábado y domingo, a pesar de presentar peores datos. Acrecienta el desasosiego escuchar que el Govern pronostica sin inmutarse que el incremento de casos en Menorca, isla que ayer duplicaba la incidencia acumulada a 14 días a la de Ibiza, continuará en próximas jornadas. El Govern ha desligado este incremento de la mayor apertura de la hostelería y basa su tranquilidad en que los casos proceden de brotes. Con estos antecedentes, no es de extrañar el malestar de los empresarios y buena parte de la población.