Estamos preparados para salir del confinamiento? Ganas no faltan entre una población encerrada en casa por miedo a la peste y a las multas. Será como siempre un pulso entre seguridad y libertad, entre la responsabilidad individual para airearse con un paseo sin necesidad de besar al vecino o darse un baño sin multitudes. Y urgen los test.

Tras el disparatado enfoque pre-crisis (tratarán de reducir la traición a una simple cuestión de fechas), España mantiene el encierro más duro de Europa. Afortunadamente en Baleares no se ha llegado a los terribles extremos de Madrid o Cataluña. Por eso salen voces –desde Armengol al desesperado capaz de correr el maratón en su terraza o hacer largos en la bañera— que abogan por experimentar una flexibilización de las draconianas medidas de seguridad, para que no estalle un Krakatoa social en el acorralamiento casero. Sería bueno para la salud mental de niños y adultos gozar de la privilegiada naturaleza pitiusa, responder con salud democrática ante el creciente totalitarismo donde todos somos iguales pero los hay más iguales que otros.

También combatiría la ansiedad que se ceba en gran parte de la población. Una ansiedad que se dispara al escuchar la voz soporífera de un presidente Sánchez con pos de telepredicador evangelista, que marea la perdiz para esquivar las preguntas durante lapsos orales de record castrista, especialmente cuando asegura que el periodo de confinamiento se extenderá…

Naturalmente que habrá que hacer caso de los expertos y evitar una estampida descontrolada. Pero también hay que creer en la responsabilidad de la población, muy concienciada ya con el horror vírico y su propia seguridad. Cuestión de salud democrática y de creer en nosotros mismos.

Feliz Pascua.