La firma de los acuerdos de gobernabilidad del PSIB, Unidas Podemos y Més per Mallorca, escenificada ayer en Mallorca, ha alimentado el descontento en parte de las bases del ecosoberanismo mallorquinista. La crítica se centra en la consideración de que se han aceptado unas condiciones –dos consellerias y el senador autonómico– impuestas por los socialistas que en nada benefician a la formación, tesis que también comparte el cabeza de lista en el Ayuntamiento de Palma, Antoni Noguera. Més per Mallorca afronta el inicio de la legislatura con un examen pendiente y en profundidad de sus errores en los pasados cuatro años, un análisis del que depende su futuro.

Desplome electoral.
En los pasados comicios del 26-M, Més per Mallorca perdió 20.000 votos respecto a 2015 y pasó de 6 a 4 disputados en el Parlament. El descalabro de los nacionalistas se ha pretendido zanjar atribuyéndolo al avance socialista, un análisis a todas luces insuficiente y poco ajustado a la realidad. Los ecosoberanistas no supieron gestionar de manera adecuada sus crisis, como el ‘caso Garau', pero tampoco han sabido rentabilizar su gestión institucional en los departamentos que sus responsables dirigieron en el Govern. Resulta curioso observar que en la configuración del próximo equipo de Armengol se repiten los nombres de Santiago y Vidal. El papel de Més en la Conselleria de Turisme, ha generado un profundo malestar en su militancia tradicional.

División interna.
Més per Mallorca y Més per Menorca han dejado de compartir una estrategia común, una misma marca para dos conceptos y posicionamiento político diferenciado. Han dejado de ser un bloque. En las Pitiusas Més ni siquiera tiene presencia política y la formación que pudiera parecer más próxima a su órbita política, Ara Eivissa (antes Guanyem), ha perdido buena parte del apoyo electoral que tuvo en 2015. Més se ha debilitado y debe abrir un proceso de autocrítica si quiere recuperar el espacio político perdido, aunque seguirá en el poder, que siempre es un consuelo.