La acción de las mafias.
Tan peligroso como la ruta de la droga es la instalación de mafias que hacen posible que este tráfico se mantenga sólido y constante a pesar del intenso trabajo que desarrollan los servicios aduaneros de numerosos países, muy a menudo perfectamente coordinados. El ingenio de los narcotraficantes no tiene límite. Utilizan grandes embarcaciones que cruzan el Atlántico desde sus base en Sudamérica y luego descargan la droga en el mar, donde es recogida por embarcaciones más pequeñas, con apariencia legal y con base en puertos mediterráneos que se encargan de transportar la mercancía hacia el norte, en este caso hasta Girona, donde nuevas redes la distribuyen por buena parte de Europa. Es un negocio sólido y enraizado, muy difícil de combatir.
No bajar la guardia.
La lucha contra el tráfico de drogas está jalonada de grandes éxitos por parte de los servidores del Estado en las últimas décadas. Sin embargo, es tal el volumen de negocio que no cabe el menor relajamiento porque las fórmulas para introducir la droga son variadas, muy diferentes y es tal el volumen de beneficio en juego que muchos parecen dispuestos a vulnerar la ley para conseguir importantes sumas de dinero aparentemente fácil. La labor de las fuerzas de seguridad ha de ser constante y muy profesional, única forma de paliar este endémico problema.