Aestas alturas ya solo niegan que el impuesto de turismo sostenible afecta a la competitividad de Balears como destino turístico con respecto a nuestros principales competidores, quienes lo impulsaron y lo impusieron, obligando además a que lo cobren y lo liquiden otros por ellos. Lo hacen henchidos de soberbia e incapaces de rectificar una medida que se está revelando como gravemente perjudicial para la oferta turística. Y también lo hacen mintiendo o si se quiere, con medias verdades o manipulando la realidad, cosa por lo demás bastante evidente e indisimulada.

Una excepción en España.
El director insular de Turismo, Vicent Torres ‘Benet’, afirma que la ecotasa es un impuesto que “se paga en muchos sitios del mundo”. Omite que hay muchos más lugares donde no se paga que donde sí. Tampoco dice que en España no lo cobra nadie, excepto Catalunya, y lo que es pero, nadie se lo plantea. Tampoco donde gobierna el PSOE. En la mayoría de ciudades de Europa donde se gravan las pernoctaciones, se trata de una tasa municipal y no de un impuesto regional sobre la principal actividad económica de una región entera, nada menos que un archipiélago, donde para incrementar el despropósito, también lo pagan los residentes que viajan entre las islas y se ven ogligados a dormir en un establecimiento hotelero, cosa que no es infrecuente como saben perfectamente los formenterenses y los ibicencos.

Nada que ver con el medioambiente.
Si a todo lo anterior se suma a qué se destinan los fondos que aquí se recaudan, y el hecho inapelable de que Mallorca es la gran beneficiada de todo el sistema, que se reparte como quiere el Govern, a menudo con cosas que nada tienen que ver con la ecología ni con paliar el impacto del turismo en el medioambiente, solo se puede seguir defendiendo la ecotasa desde la irreflexión, el radicalismo y la arrogancia. Y lo pagaremos todos.