La intención de los Gobiernos de Turquía, Egipto y Túnez de devaluar su moneda para hacer más competitivos sus destinos turísticos debe ser tenida en cuenta, pero no preocupar en demasía al Archipiélago. La World Travel Market arranca hoy con estas perspectivas y la indudable intención de incidir en el mercado británico y, por extensión, en el alemán. Pero los hoteleros baleares deben aguantar firmes y no caer en ningún tipo de temor ante la agresiva y arriesgada actitud de los competidores.

Mantener precios. Balears es un oasis de seguridad en un mundo tan convulso como el actual. Siempre hay que estar en guardia, pero décadas de tranquilidad absoluta, de buenos servicios de vigilancia, sanitarios y todos los inherentes a una sociedad desarrollada, suponen un activo de primera magnitud. El cliente lo aprecia, sea el de turismo juvenil y de juerga o el familiar. Una excesiva baratura en destinos donde se han reproducido atentados uno tras otro no es sinónimo de éxito en el mercado. Todo lo contrario. La potencial competencia de estos países es una cantinela que viene de muchos años atrás. Pero a la hora de la verdad, Balears se llena. Los hoteleros isleños deben mantener precios sin miedo, incluso incrementarlos con tacto. Eso sí, teniendo en cuenta los incrementos que ya han hecho años atrás. La relación calidad-precio balear es incomparable e inigualable.

Mirada al futuro. Lo que no debe hacer la oferta isleña es dormirse en los laureles. El esfuerzo modernizador de los establecimientos ha sido grande, pero no hay que bajar la guardia y seguir articulando mejoras e innovaciones. La imaginación es un arma de enorme peso para la industria del ocio. Este es el camino, sin alterarse porque otros van a la baja. Los propios touroperadores, que saben jugar con los recovecos del mercado, son conscientes de que al final se impone la capacidad de ofrecer las mejores vacaciones posibles por un precio digno. Y en el paquete de oferta se incluye una seguridad que otros no pueden dar.