La actual temporada turística arrancó con mucha euforia. Se hablaba de una temporada de récord, con restaurantes llenos, hoteles a rebosar, locales de ocio con más clientes que nunca y con unos propietarios de pisos turísticos que harían más caja que otras temporadas. La realidad es muy diferente. No es que la temporada sea mala, pero no como habían dicho. Ni los restaurantes viven la temporada de su vida, ni los hoteles están a rebosar, ni siquiera los locales de ocio tienen más clientes que nunca. No está ocurriendo lo que habían dicho.

¿Qué está pasando?. Nadie sabe a ciencia cierta qué está ocurriendo en Ibiza, pero hay señales de agotamiento en la economía. Todos creían que la marca Ibiza lo aguantaría todo, que Ibiza es un destino sin competencia posible, y que por ello se podían disparar precios en restaurantes, en los hoteles, y en todos los establecimientos vinculados al sector turístico. No es así. Los precios se están disparando de forma desproporcionada, muchas veces sin sentido. Y la calidad que se ofrece no se corresponde con los precios que se pagan. Los turistas lo saben. Y por eso, quizás, se está notando un agotamiento de toda la industria turística. Que pregunten a los empresarios de la Marina de Vila, que no acaban de entender qué ocurre esta temporada.

Racionalizar el mercado. Lo que está ocurriendo esta temporada merece una profunda reflexión. Una reflexión que debería comenzar en analizar si cualquier piso sirve para alojar turistas. La situación actual se ha desbordado por completo y la imagen que da Ibiza al exterior no es precisamente la que necesita la isla. Hay que empezar trabajando en serio este problema. Y entender que la economía ibicenca necesita bajar de la nube en la que lleva instalada desde hace tanto tiempo. Aplicando el sentido común seguro que la situación vuelve por la senda adecuada.