Y es que Barinia, una joven camarera y gogó de 21 años, insistía en la importancia de que tener algo en común con su futura pareja. Por su parte, Emilian, mozo de almacén de 23 años, fue desde el primer momento un manojo de nervios y aseguró ser "poco sociable" y un "tímido de primeras".
Mientras Emilian permanecía callado, Barinia trataba de darle conversación, aunque resultó más bien aún más intimidante para su cita con frases como "Come, que se te va a quedar frío. Tienes que comer" o "Me río por no llorar".
En un momento dado, la joven le preguntó: "¿Te gustan los chicos también?". "¡Hala! No, no. Los chicos, no", respondió él, sorprendido. "No habría ningún problema. A mí sí me gustan las chicas también", contestó ella, a lo que añadió un nuevo zasca: "no podría mantener una relación con una persona cerrada de mente".
La cosa fue a peor cuando la camarera preguntó a Emilian por sus aficiones. Tras descubrir que era un apasionado de los videojuegos, afirmó rotunda: "No me gustan, los odio. Son una pérdida de tiempo. No soporto a la gente que está con el mandito y no te hace caso". Y ante las protestas de Emilian zanjó: "Es un hobby de vagos".
Más tarde, el chico comentó: "Cuando ha dicho que es un hobby de vagos... ¡Mátame, camión! No tenía ni hambre [...] A los gamers lo que nos pasa es que somos un poco cerrados en el amor. Necesitamos apoyo para salir, pero se nos tiene que querer igual, macho. No somos tan raros".
Tal como era previsible, los dos rechazaron la posibilidad de una segunda cita. Y es que, ya desde el primer momento, la mujer ya había manifestado su escaso interés comentando "De primeras, no me ha llamado la atención física o sexualmente". El chico también fue tajante: "No hemos coincidido literalmente en nada".
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