Aunque parezca que el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida o SIDA sea un problema que forme parte del pasado, en realidad, está más presente de lo que pensamos. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte de que «sigue siendo uno de los problemas de salud pública más graves del mundo».
Detrás de esa errónea percepción está el hecho de que actualmente es un problema más visible en países de ingresos bajos o medianos. Además, con los avances en medicina son pocas las personas que hoy fallecen como consecuencia de esta enfermedad.
El SIDA es una Enfermedad de Transmisión Sexual (ETS) que «infecta a las células del sistema inmunitario, alterando o anulando su función», según explica la OMS. Esto provoca que, de manera progresiva, el sistema inmunitario deje de cumplir su función, por lo que la persona infectada queda expuesta a enfermedades que no necesariamente tienen que ser graves.
El gran problema es que sin sistema inmunitario, cualquier persona está a merced de fallecer a causa de una simple gripe. Esto es debido a que el cuerpo no puede protegerse ni de la infección menos peligrosa. Por eso, antes de contar con los métodos que tenemos ahora, moría tanta gente.
Los primeros síntomas de SIDA pueden ser una pérdida de peso inexplicable acompañada de sudores nocturnos y algún episodio de diarrea. También, puede aparecer el dolor de cabeza, aparición de llagas en la boca que no se curan y alguna erupción en la piel que no tenga ningún tipo de detonante.
No obstante, es posible que estos síntomas sean muy leves y que se confundan con otro tipo de afecciones como un simple resfriado o malestar, incluso algo que le haya podido sentar mal al estómago. La mejor manera de saber lo que está pasando es hacerse una prueba de anticuerpos y antígenos.
Los síntomas del SIDA pueden aparecer a las semana de haber sido infectado, incluso pasado un mes. Normalmente, se suelen confundir con un resfriado común hasta que la situación puede irse agravando. Hay que prestar atención a la fiebre y al dolor de cabeza, ya que son signos habituales.
No obstante, el SIDA puede no manifestarse hasta después de unos años. Como bien indica la OMS, «generalmente, el VIH se convierte en SIDA en unos 8 a 10 años». Es entonces cuando pueden empezar a aparecer los síntomas de la enfermedad. Pero es importante detectar el SIDA a tiempo para poder comenzar un tratamiento que, literalmente, salve la vida de la persona infectada.
Además, debemos tener en cuenta que algunas personas son portadora del VIH, pero no terminan desarrollando la enfermedad, es decir, esta no se convierte en SIDA. Pero, es importante que reciba tratamiento y que sepa si es posible que transmita el VIH o no para proteger a sus parejas sexuales.
Dado que hoy celebramos el Día Mundial contra el SIDA es vital recordar que hoy en día es posible vivir con SIDA muchos años. Ya no es una enfermedad mortal si se detecta a tiempo y se toman las medidas adecuadas. El tratamiento con antirretrovirales es muy eficaz. Pero, hay que iniciarlo con tiempo.
También, conviene recordar que es el preservativo el único método para prevenir el SIDA. No obstante, no solo el sexo de riesgo puede provocar el contagio de esta enfermedad, sino compartir agujas. Por eso, toda precaución es poca. El VIH es para toda la vida, pero actualmente es posible vivir con él si se toma un tratamiento antirretroviral todos los días.
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