Si alguna vez has abierto la nevera y has encontrado las llaves del coche junto al yogur natural, quédate, porque esto es para ti.
Yo siempre he sido una mujer organizada. De esas que llevan listas para todo: la compra, las tareas del día, las maletas de viaje… incluso la de cosas que me gustaría hacer si tuviera más tiempo. Pero, en algún momento de la peri-menopausia, mi cerebro decidió que mi vida era demasiado aburrida y que, para hacerla más interesante, iba a empezar a jugar al escondite con mi memoria.
Todo empezó con pequeños olvidos. Que si no recordar por qué había entrado a una habitación, que si dejar el té en el microondas y encontrarlo tres horas después, que si poner los huevos a hervir y encontrarlos pegados en el techo. Cosas normales, ¿no?
Pero lo peor llegó en una reunión con amigas.
Estábamos en una terraza, disfrutando de un café, cuando me hicieron una pregunta sencilla. Nada complicado, algo así como:
—¿Qué tal te ha ido esta semana?
Abrí la boca para responder y… nada.
Mi mente en blanco.
Como si alguien hubiera pulsado el botón de borrar historial en mi cerebro.
Me esforcé. Busqué palabras. Y lo único que conseguí fue soltar un:
—Eh… sí… pues… espera, que… esto… bueno, nada, da igual.
Mis amigas me miraron con cara de «¿qué le pasa a esta?».
Yo sudaba.
Ellas seguían esperando.
Y yo, en mi cabeza, repetía: «Sigue nadando, sigue nadando…»
Porque sí, queridas lectoras, me había convertido en Dory buscando a Nemo.
Cada vez que intentaba retomar la conversación, se me olvidaba de qué estábamos hablando.
Cada vez que intentaba aportar algo, ya habíamos cambiado de tema.
Cada vez que me tocaba hablar, sentía que mi cerebro estaba en otro océano.
En ese momento, supe que la niebla mental de la menopausia no era un mito. No, no me estaba volviendo tonta ni perdiendo neuronas, es que mi cerebro estaba funcionando con la memoria de un pez azul con serios problemas de concentración.
Cuando los estrógenos bajan, la niebla mental sube
Si bien es cierto que olvidarse dónde has dejado las gafas (y que las lleves puestas) puede parecer un chiste, la verdad es que la niebla mental de la menopausia tiene una explicación científica.
La culpable de este fenómeno es, cómo no, la bajada de estrógenos.
Estos no solo regulan el ciclo menstrual y la piel jugosa, sino que también desempeñan un papel fundamental en la función cognitiva. Son como el aceite que engrasa los circuitos de nuestro cerebro, favoreciendo la comunicación entre neuronas, la memoria, la concentración y la fluidez verbal.
Cuando los estrógenos caen en picado, las conexiones cerebrales pueden volverse más lentas y menos eficientes, afectando la memoria a corto plazo, la capacidad de concentración y hasta el estado de ánimo. Esto explica por qué de repente cuesta más recordar nombres, seguir una conversación sin perder el hilo o incluso encontrar la palabra exacta que quieres decir.
Pero tranquilidad, que esto no significa que estemos condenadas a la confusión perpetua. Como cualquier músculo, el cerebro puede entrenarse y fortalecerse con ciertos hábitos, alimentación y suplementos específicos.
Cómo despejar la niebla mental y recuperar la lucidez
Si últimamente sientes que tu mente no arranca ni con un café doble, prueba estas estrategias:
1. Alimentación para un cerebro despierto
Lo que comes influye en cómo piensas. Los alimentos ricos en grasas saludables, antioxidantes y ciertos aminoácidos pueden ayudar a mantener la agilidad mental.
Ácidos grasos Omega-3: esenciales para la función neuronal. Encuéntralos en salmón, sardinas, chía, lino y nueces.
Polifenoles y flavonoides: mejoran la circulación cerebral y protegen las neuronas. Incluye arándanos, fresas, moras, cacao puro y té verde.
Proteínas ricas en triptófano: este aminoácido ayuda a producir serotonina y mejorar la memoria. Opta por pavo, huevos, garbanzos y plátanos.
Verduras crucíferas: como brócoli y coliflor, que contienen compuestos que ayudan a equilibrar los estrógenos.
2. Suplementos que ayudan a encender la bombilla
A veces, la alimentación no es suficiente y es necesario un pequeño empujón extra. Algunos suplementos pueden hacer maravillas para mejorar la función cognitiva:
Omega-3 DHA: Este ácido graso es fundamental para el cerebro, ya que el 60% de la materia gris está compuesta por grasas, y el DHA es clave para la comunicación entre neuronas. Ayuda a mejorar la memoria, la concentración y a reducir la inflamación cerebral, lo que lo convierte en un aliado imprescindible en la menopausia. Para obtener un buen suplemento de DHA, busca aquellos formulados en forma de triglicéridos y provenientes de pescados pequeños de aguas frías.
Magnesio (especialmente en forma de bisglicinato o treonato): mejora la memoria y la concentración.
Fosfatidilserina: favorece la comunicación entre las neuronas y combate el deterioro cognitivo.
Ginkgo biloba: mejora la circulación sanguínea en el cerebro y potencia la agilidad mental.
Vitaminas del grupo B (B6, B9 y B12): imprescindibles para el sistema nervioso y la función cerebral.
3. Hábitos para mantener el cerebro en forma
Igual que ejercitamos el cuerpo, el cerebro también necesita su rutina de entrenamiento:
Muévelo: El ejercicio físico aumenta el flujo sanguíneo cerebral y estimula la producción de neurotransmisores. Prueba con yoga, caminatas o entrenamiento de fuerza.
Duerme bien: La falta de sueño empeora la niebla mental. Prioriza un descanso de calidad y evita pantallas antes de dormir.
Aprende algo nuevo: Bailar o leer sobre un tema desconocido estimula nuevas conexiones neuronales.
Socializa: Hablar con otras personas obliga al cerebro a mantenerse activo.
Gestiona el estrés: La meditación y la respiración profunda ayudan a reducir el cortisol, que cuando está alto, bloquea la memoria y la concentración.
Escribe un diario: Escribir a mano ayuda a ordenar pensamientos, mejorar la memoria y hacer que el cerebro retenga mejor la información. Además, llevar un diario de emociones también puede ayudarte a detectar patrones de estrés o ansiedad que afectan tu concentración.
Y si alguna vez te quedas en blanco en una conversación, mira a tu alrededor, di «¡qué bonito es el mar!», y cambia de tema. A Dory le funciona.
Y a nosotras también. Porque, al final, la menopausia es un océano por navegar. Un día podemos sentirnos como sirenas y al otro como si estuviéramos nadando a contracorriente. Pero con la información y las herramientas adecuadas, podemos recuperar el rumbo.
Te escribo pronto, con más consejos, para hacer de la menopausia una etapa de renacimiento y no de resignación.
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