El Rey ha pedido a los parlamentarios reunidos en la solemne sesión de apertura de la XII legislatura el «diálogo y entendimiento» exigible a «cualquier régimen de libertades», un diálogo que, ha advertido, «debe ser sincero y leal» e impulsado por el «espíritu fraternal entre todos los españoles».
Varias han sido las referencias de Felipe VI al diálogo en su alocución en el Congreso, donde ha apuntado que «nuestro pluralismo político requiere de un diálogo permanente y un debate siempre constructivo», el cual reclama que «la generosidad, el respeto y el entendimiento sean valores permanentes en la vida pública».
También ha subrayado que esta actitud demanda «la voluntad y la capacidad de llegar a acuerdos, de lograr la mayor concertación en las cuestiones básicas» y necesita «el compromiso de todos con el interés general para resolver los problemas de los ciudadanos».
«España no puede negarse a sí misma»
Tras estas consideraciones, el monarca ha realizado también comentarios sobre la soberanía nacional, subrayando que «España no puede negarse a sí misma tal y como es», y no puede «renunciar a su propio ser» como tampoco al «patrimonio común construido por todos y desde el que debemos seguir edificando un futuro compartido».
Sin referirse explícitamente a la situación en Cataluña, ha defendido el respeto y observancia de la ley y de las decisiones de los tribunales porque constituyen una garantía esencial de la democracia.
«En un Estado de derecho -ha proseguido- la primacía de la ley elimina la arbitrariedad de los poderes públicos y asegura el ejercicio de derechos y libertades de los ciudadanos».
«Ejemplo de sensatez y responsabilidad»
Mirando hacia atrás, don Felipe ha reconocido el «ejemplo de madurez, sensatez y responsabilidad» dado por el pueblo español en las últimas décadas, sobre todo durante la crisis, y ha dicho a los parlamentarios de la XII Legislatura que este mismo pueblo «nos pide que dignifiquemos la vida pública y prestigiemos las instituciones».
Especial mención ha hecho a la «valentía y generosidad» de quienes durante la Transición lucharon para lograr la «reconciliación» entre españoles y también a las víctimas del terrorismo, reflexiones con las que ha puesto de manifiesto los principales retos que España tiene ante sí.
Ha pedido Felipe VI fortalecer el estado del bienestar, trabajar por la «regeneración de nuestra vida democrática» y ha enfatizado que la corrupción debe seguir combatiéndose «con firmeza».
También ha hecho mención el Rey a la vocación europea de España porque, ha apuntado, «no debe haber más fronteras en nuestra acción exterior que las marcadas por nuestras leyes y compromisos», y ha señalado que Europa es «el principal proyecto actual y de futuro para nuestra sociedad» en «una horas difíciles para este proyecto».
Combatir el «espíritu destructivo»
El segundo discurso que el Monarca pronuncia ante el Congreso tras el de su proclamación de hace dos años y cinco meses ha concluido con un llamamiento a combatir el pesimismo y el «espíritu destructivo» o «la visión negativa de nuestra sociedad o de todo cuanto nos rodea» con «lo que sí nos ha hecho grandes como nación».
Y ha citado «el espíritu de superación, el ánimo constructivo, la pasión por vivir unida al deseo de progresar, por mirar hacia adelante, seguros de nosotros mismos, con ilusión y esperanza».
Felipe VI ha recordado a los diputados y senadores que son «la voz de nuestro pueblo» y les ha dicho que «en sus manos está» una tarea de la que «depende en gran medida el futuro de millones de españoles».
«En nuestras manos está; en las de todos. Pongámonos a ello. España y los españoles de hoy y del futuro nos lo piden. Se lo debemos; pero, sobre todo, se lo merecen», ha concluido antes dar las gracias en castellano, catalán, euskera y gallego.
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