Coincidiendo con el Día Mundial de la Libertad de Prensa, que se celebra este 3 de mayo, la Federación ha denunciado la persistente inseguridad en la que trabajan miles de reporteros en todo el mundo. Varios colaboradores de la FIP han alertado de un repunte de la violencia a nivel mundial, con casos de intimidación, agresiones, detenciones y, en la peor de las situaciones, asesinatos.
Solo en lo que va de año han perdido la vida 32 periodistas, entre ellos diez fallecidos el 30 de abril en la capital afgana, Kabul --nueve en un atentado y un décimo en un tiroteo--. La jornada está considerada la más mortífera para los periodistas desde que Estados Unidos invadió Afganistán en el año 2001.
El secretario general de la FIP, Anthony Bellanger, ha utilizado este inciedente para recordar que los crímenes «no pueden quedar impunes». «Es momento de que se reconozca que los periodistas están expuestos a peligros específicos debido a su profesión y que se les proporcione la protección necesaria», ha dicho, en un llamamiento a los Estados miembro de la ONU para que adopten un «compromiso concreto».
La federación ha propuesto una Convención Internacional sobre la Seguridad e Independencia de los Periodistas y Otros Profesionales de los Medios con la que quiere, entre otras cuestiones, crear un mecanismo que garantice la rendición de cuentas de los responsables. No en vano, los estudios de la organización reflejan que la impunidad supera el 90 por ciento en el caso de los delitos contra la prensa.
«La libertad de prensa tiene que ver con que los periodistas puedan trabajar sin miedo. Tiene que ver con el derecho de la ciudadanía a ser informada por medios independientes y libres», ha subrayado, por su parte, el presidente de la FIP, Philippe Leruth, que al igual que Bellanger también ha instado a la comunidad internacional a «asumir su responsabilidad».
CASOS SIMBÓLICOS
El asesinato en febrero de este año del periodista eslovaco de investigación Jan Kuciak y de su novia o la explosión del coche bomba que se llevó por delante la vida de la reportera maltesa Daphne Caruana Galizia en octubre de 2017 han servido para las organizaciones internacionales como recordatorio de que la libertad de prensa también puede estar amenazada en Europa, especialmente cuando se trata de informaciones delicadas que tocan a altos cargos o empresarios.
No obstante, América Latina vuelve a ser una de las zonas más peligrosas del mundo para los periodistas, especialmente para aquellos que se encargan de informaciones de corrupción política o narcotráfico. México, con doce periodistas fallecidos en el último año, encabeza la lista a nivel de países.
El Instituto Internacional de Prensa (IPI) ha denunciado que en el último año han perdido la vida 88 periosidas en todo el mundo, entre ellos 46 que fueron víctimas de ataques dirigidos de forma específica contra ellos. En la mayoría de los casos, las personas atacadas participan en investigaciones relativas a la corrupción de las altas esferas.
La directora ejecutiva del IPI, Barbara Trionfi, ha advertido de que «el asesinato de un periodista es la forma más brutal y efectiva de silenciar la noticia» y ha subrayado que el alto número de informadores que han perdido la vida --1.801 desde el año 1997-- representa una pérdida no solo para sus familis o amigos, «sino también para la democracia en sí misma».
«Las personas tienen el derecho a saber lo que ocurre a su alrededor y los periodistas, estén cubriendo corrupción o informando desde zonas en conflictos, arrojan luz en esa información», ha apostillado Trionfi.
MENSAJE COMÚN
Los representantes especiales de la ONU, la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) y la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Comisión Africana sobre Derechos Humanos y de los Pueblos (CADHP) han suscrito un comunicado conjunto para condenar las amenazas a la libertad de prensa, haciendo hincapié en los medios digitales.
«Las tecnologías digitales son fundamentales para facilitar la libertad de expresión y el acceso a la información, (pero) también han dado lugar también a amenazas nuevas», han señalado los firmantes, al apuntar desafíos como «formas intrusivas de vigilancia» por parte del Estado, la «visibilidad» que se le da a ciertas informaciones o la «brecha informática» que se genera entre distintos países o comunidades.
El relator especial de la ONU para la libertad de expresión, David Kaye, ha subrayado que, «además de los ataques físicos, quienes actúan en nombre del Estado amenazan al periodismo desde los frentes político, legal y tecnológico», colocando por ejemplo publicidad únicamente en «medios amigos» o fomentando las grandes corporaciones.
«HOSTILIDAD» DE CIERTOS DIRIGENTES
En su reciente informe sobre libertad de prensa, Reporteros Sin Fronteras (RSF) constató un creciente «odio al periodismo» a nivel mundial, alentado en parte por las críticas vertidas sobre la prensa por dirigentes como el estadounidense Donald Trump o el filipino Rodrigo Duterte y alertó de que esta «hostilidad» pone en riesgo la pervivencia de democracias teóricamente consolidadas.
La Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa que elabora RSF cada año mantiene a Noruega y Suecia de nuevo como los países mejor valorados del mundo, seguidos de Países Bajos, Finlandia, Suiza, Jamaica, Bélgica, Nueva Zelanda, Dinamarca y Costa Rica. España figura trigésimo tercera, tras caer dos escalones.
Tampoco hay apenas novedades en los últimos puestos de una lista que vuelve a cerrar Corea del Norte en el puesto 180 y que incluye en la zona baja a Eritrea, Turkmenistán, Siria, China, Vietman, Sudán, Yibuti, Cuba y Guinea Ecuatorial. Malta, donde murió asesinada Daphne Caruana Galiza, es el país que más cae (18 posiciones, hasta la 65).
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