Pese a las advertencias en los últimos días tanto de sus aliados occidentales como árabes, Trump ha comparecido en la Casa Blanca para dar el primer paso para trasladar la Embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén, en el marco de lo que se espera que sea un proceso de traslado que llevará años.
El presidente ha anunciado que los trabajos para consumar este traslado comenzarán "inmediatamente".
El gesto no está exento de polémica, en la medida en que tanto israelíes como palestinos reivindican Jerusalén como la capital de su Estado, por lo que podría romper el frágil equilibrio en la zona. Varios líderes árabes han advertido de que el reconocimiento que ultima Trump daría al traste con cualquier posibilidad de paz.
Una ley estadounidense aprobada en 1995 ya contempla que la legación diplomática debe estar ubicada en Jerusalén y no en Tel Aviv. Sin embargo, durante estas dos décadas los sucesivos presidentes han ido prorrogando una exención que plantea aplazar dicho traslado en aras del "interés nacional" --el propio Trump renovó dicha exención en junio de 2017--.
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