Más de 40.000 griegos llenaron este viernes el centro de Atenas en dos concentraciones multitudinarias para respaldar el «Sí» y el «No» en el referéndum del domingo, en el cierre de una breve campaña electoral, marcada por la extremada polarización de los mensajes.
La sensación en ambas concentraciones fue que la población es consciente de la importancia de la decisión que toma el domingo, pues además de responder si acepta o no la propuesta de las instituciones, unos y otros consideran que el mensaje que envíen a Europa será determinante para el futuro del país.
En Syntagma, la icónica plaza que acoge el Parlamento heleno, el primer ministro, Alexis Tsipras, pidió a los ciudadanos «escribir nuevamente la historia en el lugar donde nació la democracia», a lanzar un mensaje de «dignidad» a Europa y decir «No» a los «ultimátum» y al «miedo».
«Hoy no protestamos, hoy festejamos, la democracia es una fiesta, y festejamos la victoria de la democracia», dijo Tsipras.
Pese a que el acto estuvo precedido de altercados aislados entre manifestantes antiautoritarios y fuerzas antidisturbios, que se saldaron cuando la policía lanzó gases lacrimógenos y logró disolver la protesta, el ambiente en Syntagma, donde apenas era posible caminar entre la gente, era totalmente festivo.
Escuchando las actuaciones musicales y entre puestos de «suvlakis», los tradicionales pinchos griegos, Sofía hace tiempo para escuchar a Tsipras.
Visiblemente emocionada afirma que no se considera de izquierdas, pero que apoya a Syriza porque Tsipras es quien «puede salvar no solo a Grecia, sino a Europa».
Ella, que ha dejado el trabajo para cuidar a su hijo, comenta a Efe que está convencida de que solo el «no» puede dar a los griegos el poder para «cambiar las cosas», pues son muchos «lo han perdido todo» tras cinco años de crisis.
Eso no quiere decir, precisa, que defienda la salida del euro, quiere estar en la eurozona, pero sin que ello suponga la imposición de más recortes.
Su emoción la comparte Eleni, una griega de unos cuarenta años, quien dice que rechazar la propuesta de los acreedores es la única manera de «asegurar un futuro mejor» para sus hijos.
A pocas calles, ante el antiguo estadio olímpico de la capital griega y entre muchas banderas de la Unión Europea (UE), unas 20.000 personas se reunieron para apoyar el 'sí'.
En este mitin tomaron la palabra pequeños empresarios, representantes municipales de distintas localidades y el alcalde de Atenas, el independiente Yorgos Kaminis, uno de los impulsores de la plataforma por el «Sí».
«Nos obligan a votar sin darnos tiempo para pensar, para debatir con calma, con una pregunta que nadie puede entender. Tsipras ya no tiene con quien discutir en Europa, nadie le cree. Nadie nos regaló la democracia, la construimos con mucho esfuerzo y la protegeremos», dijo Kaminis, que arrancó largos aplausos.
«Estoy a favor de que Grecia permanezca en la UE, me siento tan griega como europea y creo en la solidaridad entre los ciudadanos europeos para poder salir de la crisis», comenta Dafne, una joven abogada que vive en Bruselas y ha viajado a Atenas para votar este fin de semana.
Se confiesa seguidora de Syriza, pero dice estar «decepcionada» con cómo el Gobierno ha llevado a cabo las negociaciones con los socios, por eso votará «sí» el domingo.
Algunos de estos manifestantes dan por seguro que el voto negativo conllevará la automática salida del país del euro.
Uno de ellos es Yanis, un empresario de unos sesenta años, que, entre los silbidos de los asistentes, dice que el «no» «significa una salida directa del euro», algo que, en su opinión, conllevará «días muy duros para Grecia».
«Vamos a salvar a nuestro país de un grupo de ignorantes que nos gobiernan», asegura Spyros, situado unos metros más allá, mientras sujeta una pequeña bandera de la UE, y añade que si gana el 'no', lo no quiere «ni imaginar», Grecia se quedará fuera del euro.
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