El jefe del Estado, Aníbal Cavaco Silva, pidió más responsabilidad a los partidos; las fuerzas políticas continuaron con su intercambio de acusaciones sobre quién fue el responsable de la crisis; y mientras, en la calle, algunos de los protagonistas del golpe de Estado de 1974 censuraron el empobrecimiento del país.
En lo que sí se pusieron de acuerdo, sin excepciones, fue en ensalzar el levantamiento militar de hace 40 años, que puso fin a una dictadura iniciada en 1928 y permitió la llegada de la democracia, concretada dos años después en la firma de la Constitución y la celebración de elecciones.
También coincidieron en la radical mejoría registrada en este período. El aislamiento, el analfabetismo y la alta mortalidad infantil bajo el régimen de António Salazar -continuado desde su muerte por Marcello Caetano- dieron paso a la apertura a Europa y la universalización de la sanidad y la educación.
Sin embargo, las consecuencias del exigente programa de ajustes y recortes acordado por las autoridades lusas con la UE y el Fondo Monetario Internacional en 2011 a cambio de su rescate financiero son todavía objeto de intenso debate.
El presidente luso, el conservador Aníbal Cavaco Silva, reprendió a los partidos durante la ceremonia oficial celebrada en el Parlamento e insistió en sus llamamientos al consenso.
«Es difícil entender que en una democracia consolidada, agentes políticos responsables no logren consensos sobre cuestiones esenciales para nuestro futuro», censuró Cavaco Silva, principal defensor de un acuerdo entre los principales partidos lusos sobre la estrategia a seguir en los próximos años.
En opinión del presidente portugués, las fuerzas parlamentarias «deben comprender que la insatisfacción y el desinterés de los ciudadanos acabará por afectar su actividad».
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La historia contada por diseñadores. La revolución de los claveles acabo con una dictadura y casi lleva a Portugal a la peor dictadura, la comunista. Fue una pelea interna del Ejército por el fracaso de las guerras colonialistas, en que unos sufrían y otros ascendían más rápido. Este malestar lo utilizó como siempre el partido comunista para llevar a cabo una revuelta con la palabra democracia pero para instalar la dictadura comunista. Falto poco para conseguirlo, pero los efectos fueron terribles para la economía y progreso de Portugal, se instauró sobre el papel una medio democracia de radicales que afortunadamente ha terminado bien al cabo de los años. La grandeza de Portugal, no se debe a este movimiento, se debe a sus raíces y su orgullo y buen hacer. Se hubiese llegado a la democracia de igual manera y tal vez mejor. La realidad es que las antiguas colonias de las que fueron expulsados sufrieron el azote del comunismo y de la guerra civil. De ser unas regiones en desarrollo pasaron a la ruina total y al sufrimiento. En los años noventa terminaron estas luchas y ahora progresan de forma satisfactoria. Que fácil es contar medias verdades o celebrar acontecimientos que son falsos. Aquí acabamos de vivir uno recientemente, donde todo era perfecto, pero la realidad la vivimos ahora y de perfecto nada.