El tribunal falló que el mesilato de imatinib de la multinacional -comercializado como Gleevec en Estados Unidos y Glivec en el resto del mundo- es una modificación de un producto anterior y no una innovación, lo que acredita el merecimiento de patentes indias.
El Supremo también estableció que el medicamento no mejora sustancialmente la eficacia con respecto a la versión anterior, en contra de lo que sostiene Novartis, que defiende que su fármaco contra la leucemia mejora en un 30 % la absorción por el cuerpo.
«El compuesto no satisface las pruebas de novedad e invención que requiere la legislación india», señala la sentencia del tribunal.
«Es el veredicto más importante de medicina en la India», afirmó Lina Menghaney, de Médicos Sin Fronteras (MSF), quien añadió que una victoria de Novartis hubiese creado un precedente en la concesión de patentes y puesto en peligro la producción de genéricos.
El anticancerígeno de la empresa suiza cuesta unos 2.600 dólares por paciente al mes, mientras que las copias indias 200 dólares.
La batalla de la farmacéutica por la patente de Glivec en la India comenzó hace siete años, pero sucesivos tribunales del país asiático han rechazado los argumentos de la compañía suiza, que sí ha logrado la licencia exclusiva del medicamento en 40 países.
Novartis puede apelar ahora una sentencia que considera que «disuade la futura innovación en la India», aunque la firma no ha anunciado todavía que vaya a proceder en ese sentido.
El director general de Novartis en la India, Ranjit Shahani, mostró en un comunicado su desacuerdo con la sentencia y aseguró que las patentes «deben ser reconocidas» para «fomentar la inversión en innovación médica, en especial en necesidades médicas no tratadas».
«Este fallo es un revés para los pacientes, pues entorpece el progreso médico para enfermedades sin opciones de tratamiento eficaces», dijo Shahani.
En su defensa la compañía suiza afirmó que ofrece Glivec de forma gratuita al 95 % de los pacientes indios que necesitan el medicamento, por el que obtuvieron unos 4.000 millones de dólares de beneficios en 2011 en todo el mundo.
En juego no se hallaba solo la patente de Glivec, sino el futuro de la «farmacia de los pobres», apelativo con el que se conoce al país asiático, según los activistas.
En 1970, la India dejó de conceder patentes a medicamentos, lo que ayudó al florecimiento de la industria de medicinas baratas y hoy es el segundo productor -tras China- y primer exportador mundial de genéricos.
Cuando en 2005 la India ingresó en la Organización Mundial del Comercio (OMC) volvió a establecer la normativa de la propiedad intelectual y a conceder patentes.
Pero incluyó en la ley la cláusula 3d que especifica que sólo se concederán patentes a las innovaciones médicas, a las nuevas moléculas y a nuevas formas de sustancias ya conocidas solo en caso de que mejoren sustancialmente su eficacia.
Novartis buscaba precisamente cambiar la interpretación y aplicación de esa cláusula, que considera «arbitraria y vaga».
Organizaciones como Unicef o MSF dependen en los países en desarrollo de medicamentos de la India.
Según estas fuentes, el 80 % de los medicamentos para el sida utilizados en el mundo pobre y el 90 % de los antirretrovirales con los que se trata a los niños en todo el planeta tienen origen en el país asiático.
La India ha negado la patente a cientos de medicamentos en los últimos años apoyándose en la cláusula 3d, vigente también en Argentina y Filipinas.
Este precedente del Tribunal Supremo crea jurisprudencia, por lo que tendrá influencia en tribunales inferiores donde hay otros litigios en marcha.
«Salvará vidas», sentenció Menghaney acerca del veredicto, quien cree que la cláusula no impide la concesión de patentes sino que se abuse con ellas.
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