Egipto es escenario de una división entre partidarios y detractores de Mursi, que esta semana derivó en choques junto al palacio presidencial, que dejaron seis muertos y centenares de heridos, y que ha desencadenado protestas en todo el país.
La tensión se originó después de que el presidente emitiera el pasado 22 de noviembre una acta constitucional por la que blindaba sus poderes y se agudizó con la convocatoria de un referéndum sobre la nueva constitución, previsto para el próximo 15 de diciembre.
Rechazo
La oposición no islamista decidió no recoger el guante tendido por el presidente Mursi y manifestó su rechazo al diálogo con marchas multitudinarias por todo El Cairo que confluyeron en el palacio presidencial.
Tras el discurso del jefe de Estado el jueves, que sus detractores comparan con los del derrocado Hosni Mubarak, el opositor «Frente de Salvación Nacional» anunció en esta jornada que no participará en el diálogo propuesto por Mursi. Esta coalición, formada por grupos liberales, izquierdistas y revolucionarios, consideró que el presidente ha ignorado sus reivindicaciones de anular el acta constitucional con la que blindó sus poderes y la convocatoria del referéndum sobre la Carta Magna.
«El diálogo carece de los elementos básicos de una negociación verdadera y seria», dijo el Frente, encabezado por el premio Nobel de la Paz Mohamed el Baradei, el exsecretario general de la Liga Árabe Amro Musa y el excandidato presidencial Hamdin Sabahi. Para esta agrupación, el discurso de Mursi fue «decepcionante», ya que defendió sus decisiones y no reconoció la responsabilidad de los Hermanos Musulmanes en los enfrentamientos del pasado miércoles en torno al palacio presidencial.
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