Homs parece una ciudad fantasma, sin gente en las calles y con los edificios semidestruidos. | HANDOUT
El número de personas que han huido de Siria asciende ya a 30.000 desde que comenzaron las protestas contra el régimen hace un año. Se dirigen a países vecinos, como Líbano y Turquía, cuyas fronteras están repletas de minas antipersona y anticarro, de fabricación soviética o rusa. Las minas, que ya han causado varios heridos entre los civiles, han sido colocadas por el Ejército sirio en las últimas semanas y meses. La organización humanitaria Human Right Watch (HRW) ha asegurado que «el Ejército sirio debe poner fin al uso de minas terrestres antipersona y reconocer que la colocación de estas armas, prohibidas a nivel internacional, van a ser perjudiciales para los sirios en los próximos años».
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