El presidente del Parlamento Europeo, Jerzy Buzek, se dirige al auditorio junto a la silla vacía, cubierta por la bandera cubana, reservada a Fariñas. | MATHIEU CUGNOT

El disidente cubano Guillermo Fariñas, premio Sájarov 2010 del Parlamento Europeo, reclamó ayer a la Unión Europea que se mantenga firme con Cuba y condicione las relaciones económicas con la isla al respeto de la democracia y el fin de la persecución de los opositores.

«Mi mayor esperanza es que no se dejen engañar por los cantos de sirena de un cruel régimen de 'comunismo salvaje'», afirmó Fariñas en un mensaje de audio grabado que enmudeció a los eurodiputados, con la mirada fija en su silla vacía, solo vestida por una bandera cubana.

Para el opositor, «la aspiración de Cuba aparentando supuestos cambios económicos es que la Unión y el Parlamento europeos levanten la posición común y beneficiarse de los créditos e inversiones».

Intento fallido

El disidente no pudo viajar a Estrasburgo para recoger el premio a la libertad de conciencia en persona pese a la carta que remitió el presidente del Parlamento Europeo, Jerzy Buzek, a Raúl Castro el pasado viernes. Fariñas apuntó que el hecho de no poder salir de la isla «es el testimonio más fehaciente de que por infortunio nada ha cambiado en el sistema autocrático» cubano.

En su mensaje de agradecimiento, el opositor señaló cinco condiciones que la UE debería exigir al «régimen neoestalinista cubano», entre las que se encuentran proseguir con la liberación de todos los presos políticos, así como facilitar la creación de partidos políticos, sindicatos y medios de comunicación no subordinados al sistema del socialismo de Estado. Asimismo, pidió que acaben las amenazas contra los opositores pacíficos del país, se eliminen todas las leyes cubanas que entren en contradicción con la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y se acepte que todos los cubanos de la diáspora tienen derecho a participar en la vida cultural, económica, política y social de Cuba.

«Están acostumbrados a tratarnos como un grupo de esclavos a la ciudadanía; ellos, los mayorales, son los amos, y nadie puede alzar la voz ni contradecir», declaró ayer el activista en entrevista telefónica desde su casa en la ciudad central de Santa Clara.