Michele Alliot-Marie será la titular del Quai d'Orsay -sede de Exteriores- y llevará la política exterior de Francia con permiso del propio presidente, lo que pone así fin a la experiencia de que un ex socialista, Bernard Kouchner, estuviera al frente de la diplomacia gala en un Ejecutivo conservador.
La salida de Kouchner estaba casi asegurada desde que se filtró el contenido de una supuesta carta en la que el fundador de Médicos sin Fronteras se quejaba de haber sufrido la humillación por parte de Sarkozy.
Un histórico
Juppé, que fue primer ministro con el anterior presidente francés, Jacques Chirac, regresa con fuerza a un Ejecutivo que no sólo la oposición socialista, sino los centristas, ven como un refuerzo del gaullismo en torno a la gubernamental Unión por un Movimiento Popular (UMP). El retorno de Juppé como número dos del Gobierno significa una renuncia de los experimentos de apertura a centristas y antiguos socialistas con los que Sarkozy sorprendió al asumir el cargo de presidente.
Prescinde así Sarkozy en la nueva edición del Gobierno -con vocación de durar hasta las presidenciales de 2012- del centrista Jean Louis Borloo, hasta hace unos días considerado sucesor de Fillon pero que pocas horas antes del anuncio de la lista de ministros dijo que prefería recuperar su «libertad de palabra». El presidente francés también excluye de la lista al ministro de Empleo, Eric Woerth, que defendió en el Parlamento la polémica reforma de las pensiones, que hizo que millones de franceses salieran a la calle para protestar por el retraso de la edad de jubilación.
Woerth, al que Sarkozy defendió con empeño en los peores momentos de los últimos cinco meses, cuando además arreciaba y se incrementaba el escándalo por el presunto trato de favor fiscal a la multimillonaria Liliane Bettencourt, sale del Gobierno una vez cumplida la tarea de conseguir la aprobación parlamentaria del retraso de la edad de jubilación de los franceses.
A pesar de la defensa que hizo Sarkozy de Woerth, el ministro de Empleo abandona un Ejecutivo al frente del cual Fillon no ha sufrido, según reflejan los sondeos, la caída de popularidad con la que los franceses castigaron a otros miembros del Gobierno y al propio presidente.
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