Cossiga fue hospitalizado por una leve insuficiencia cardiorrespiratoria, pero sus condiciones empeoraron los días siguientes y falleció a las 13.18 hora local (11.18 GMT) debido a una crisis cardiocirculatoria, según informó el hospital.
Durante su hospitalización, el ex Jefe de Estado recibió la visita de numerosas figuras políticas y del actual presidente de la República, Giorgio Napolitano, mientras que el Vaticano envió de parte del papa Benedicto XVI a monseñor Rino Fisichella.
Se ha dispuesto que la capilla ardiente de Cossiga se abra al público mañana en la Iglesia del centro hospitalario Gemelli de Roma, mientras se espera que el funeral se celebre de forma privada en la isla de Cerdeña, según la voluntad expresada por el ex jefe de Estado en su testamento.
Asimismo, Cossiga manifestó su deseo de ser enterrado en Sassari, su ciudad natal al noroeste de Cerdeña.
Según los medios de comunicación italianos, Cossiga dejó cuatro cartas dirigidas a Giorgio Napolitano, al primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, y a los presidentes de la Cámara de los Diputados y del Senado, Renato Schifani y Gianfranco Fini, respectivamente, para que fueran entregadas después de su muerte, aunque por el momento no ha trascendido su contenido.
Tras conocer la noticia del óbito, Berlusconi manifestó su pésame a los hijos del ex jefe de Estado y aseguró que «llora a un querido amigo, afectuoso y generoso», así como que echará de menos «su afecto, su inteligencia, su ironía y su apoyo».
Por otro lado, según informa Radio Vaticana, el papa Benedicto XVI se mostró «profundamente apenado» por la desaparición del político italiano y anunció que rezará por su alma.
Cossiga nació en Sassari (Cerdeña) el 26 de julio de 1928 y fue elegido el octavo presidente de la República italiana con 57 años, convirtiéndose así en el político más joven que ha ocupado este cargo.
Fue además primer ministro de 1979 a 1980 y ocupó la cartera del Interior de 1976 a 1978, año en el que dimitió tras el asesinato por parte de las Brigadas Rojas del líder democristiano Aldo Moro.
El ministro de Obras Públicas y Transportes, Altero Matteoli, destacó que Cossiga fue «un político de gran calibre y un jefe de Estado que supo anticipar el cambio».
Para el ministro de Actuación de Programa, Gianfranco Rotondi, el ex jefe de Estado fue «la voz más importante del catolicismo europeo».
También sus históricos adversarios definieron a Cossiga como un «enemigo duro, pero leal», tal y como reconoció el secretario del Partido de los Comunistas Italianos (PDCI), Oliviero Diliberto, al explicar que «fue un anticomunista convencido, pero siempre nos respetó».
«Con él hemos tenido momentos de enfrentamiento y agrios conflictos, pero vividos con respeto recíproco y lealtad. En estos últimos años, nos ha unido una gran amistad, de la que estoy muy agradecido», afirmó el ex presidente del Gobierno y miembro del progresista Partido Demócrata (PD), Massimo D'Alema.
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