Miguel Ángel Miranda, profesor de Zoología del Departamento de Biología de la UIB, es el coordinador en Balears. «Este proyecto es iniciativa de la Organización Interprofesional del Aceite de Oliva. La investigación se centra en tres líneas. Una de ellas consiste en un seguimiento de las plantas y un diagnóstico de la presencia de la bacteria. También hacemos un seguimiento de los vectores, que son insectos. Estos insectos chupan la savia y la transmiten con picaduras cuando se alimentan, pasando la bacteria de una planta infectada a una planta sana. En tercer lugar, también analizamos los parámetros químicos del suelo y los relacionados con la fisiología de la planta, por si hay diferencias en la sensibilidad a la infección. La iniciativa se inició en 2019 y se alargará hasta 2022», indica Miranda.
Entre los objetivos por cumplir se puede destacar la comparación de resultados obtenidos en reuniones conjuntas con dos proyectos europeos, y la creación de una red de trabajo con representantes de asociaciones de productores y empresas del sector. Esta red servirá para discutir nuevas acciones de investigación según la evolución de la enfermedad en España. «En estos momentos, la Xylella fastidiosa afecta al olivo solamente en Balears, sobre todo en Eivissa, y también al acebuche. Las Islas, por ser un territorio insular, nos hemos convertido en un laboratorio de referencia para el estudio de la Xylella en el olivo», añade.
Aun cuando el problema se localiza en Balears, también preocupa a otras comunidades autónomas, especialmente a los productores de aceite de oliva de Andalucía, ya que de extenderse allí la enfermedad supondría un grave perjuicio para la región. El proyecto multidisciplinar destaca porque participan diferentes entidades y grupos, como el Departamento de Zoología de la UIB, el laboratorio de Microbiología de la UIB o el Servicio de Mejora Agraria (Semilla) del Govern, además de otros organismos de otras comunidades o países. La Xylella fastidiosa, hoy por hoy, no tiene cura. Es una enfermedad que ataca a diferentes árboles. En el caso del olivo, pueden pasar meses, o hasta un año, hasta que aparecen síntomas. Los resultados del proyecto multidisciplinar de investigación permitirán entender mejor su alcance y cómo circula. Este estudio será presentado este 17 de diciembre en las jornadas de transferencia «Agricultura del segle XXI en un escenari de canvi global», promovidas por el Inagea.