Desgraciadamente, muchos pequeños inversores creen que tener acciones de Santander, Telefónica o BBVA es tener una cartera diversificada. Basta mirar un gráfico comparativo de estas tres acciones para ver que no es así.
Hay un concepto llamado “correlación” que nos marca lo diversificados que estamos: estas cotizadas tienen un grado de correlación muy alto, ya que son del mismo país y dos de ellas del mismo sector. Un inversor debe buscar grados de correlación bajos invirtiendo en empresas de países y sectores diferentes. Aun así, existe un riesgo “sistemático” que se podría definir así de forma simplista: “cuando las bolsas caen, la mayoría de acciones caen”. Por lo tanto, también hay que diversificar los riesgos: sí, la bolsa es el activo financiero más rentable de la historia, pero debe ser complementado con renta fija, materias primas e inmuebles.
Ahora muchos lectores pueden pensar: “¿Cómo vamos a tener acciones de todo el mundo, y mucho menos tener varios inmuebles?”. La respuesta es muy fácil: vía fondos de inversión.
Ahora, otro grupo de lectores piensan: “Con fondos todavía pierdo más que con acciones”, y desgraciadamente debe ser cierto. La mayoría de fondos de inversión que se comercializan rentan menos que sus índices de referencia, por lo tanto hay que hacer un trabajo de selección y no comprar el primero que se ofrece, sino que hay que tomar la decisión después de analizar pros y contras.
Para cantidades “pequeñas” se puede hacer vía robo advisors, fondos y/o sicavs de fondos.
Haciéndolo así, un pequeño inversor puede diversificar en acciones, deuda e inmuebles de todo el planeta, gestionado por los mejores gestores del mundo, con muchísima liquidez y con una fiscalidad muy óptima. Alternativas hay, así que en próximas semanas se seguirán analizando los mercados internacionales.
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