El fallecimiento de Fidel Castro ha sido uno de los acontecimientos más importantes de estos comienzos de siglo. La prensa mundial ha recogido obituarios de todo tipo, centrados en su sanguinario gobierno dictatorial para unos, o en la herencia de los mejores servicios médicos de América Latina y la total escolarización de la población, para otros.

Poco se ha escrito sin embargo sobre la política turística del castrismo. Me he desplazado en diferentes ocasiones a Cuba por cuenta de la OCDE y de la OMT para informar sobre la posible evolución del turismo y de Tabacalera como consultor para el desarrollo de Cayo Coco.

Para trasladarnos al cayo desde La Habana, volando a Holguín, quedé citado en la zona militar del aeropuerto con el ministro de Turismo Osmany Cienfuegos. Al poco de despegar Osmany me dice muy serio: “Amigo Vasallo, a ver si sacamos adelante esto de Cayo Coco y arreglamos de una vez esta jodedera del socialismo tropical”. Magnífica definición de objetivos estratégicos.

Durante esos días tuve ocasión de entrevistarme con Fidel en varias ocasiones. Regresé a Cuba un mes después con el informe sobre las actuaciones recomendadas en el cayo y me recibió en su despacho del Palacio de la Revolución, acompañado de Cienfuegos. Me pidió mi opinión acerca del Plan del Ministerio de Turismo, que preveía llegar a los dos millones de turistas en los años siguientes. Le señalé que técnicamente era viable, pero que tendrían que aceptar políticamente una serie de consecuencias del crecimiento y de la presencia de turistas, como la distorsiones económicas y sociales provocadas por un cambio dual, el regreso autorizado o no de las jineteras, la evolución en las actitudes sociales y creación de una nueva clase social, la de los poseedores de dólares obtenidos en tratos con los turistas. Tras un breve silencio el Comandante se rascó la parte superior de la frente, con la gorra militar hacia atrás, mientras exclamaba: “Drogas, prostitución, mercado negro... igual que antes. Yo no he hecho la revolución para eso”.

La necesidad fue más fuerte que la ideología. Este año 2016 visitaran la isla tres millones y medio de turistas extranjeros que se dejarán unos tres mil millones de dólares, la principal fuente de divisas del país junto con las obtenidas por la prestación de servicios de cubanos en el exterior, médicos principalmente.