La bolsa española en unos meses ha sufrido unas caídas muy significativas que han anulado y superado los buenos resultados que había tenido durante este 2015. De hecho, este está siendo un mal año para nuestro IBEX 35, ya que si lo comparamos con otros de nuestro entorno está a la cola con un negativo 4,87% desde día 1 de enero a día 15 de septiembre, por el +7% del CAC francés, el +2% del EuroStoxx, el +4% del DAX alemán y especialmente el espectacular +15,5% que acumula el MIB italiano, otro de los países periféricos muy mal visto hace poco tiempo para el resto del mundo.
Esta divergencia no significa ni una oportunidad de compra por el único hecho de pensar que se igualarán, ni tampoco una repudia por haberlo hecho mal, sino que pone de manifiesto tres temas fundamentales. El primero, y tal vez más importante, es que hay que diversificar las inversiones, por títulos, por sectores, por zonas geográficas e incluso por monedas (la cartera típica de un inversor con Telefónica, Santander, BBVA y un fondo de bolsa española es un ejemplo de nula diversificación), y por otro, los factores que han hecho que el mercado no tenga bien vistas a las empresas de nuestro país, que son los riesgos típicos de años electorales debido a que a los mercados no les gustan los cambios políticos, sean del color que sean, agravados por ser además un año especial en ese sentido, con elecciones autonómicas en muchas comunidades y municipales en mayo, las catalanas en septiembre con todo el conflicto independentista que conlleva y las generales de diciembre, y por otro las malas noticias de Brasil donde muchas compañías del IBEX tienen intereses.
La parte positiva es que nuestro selectivo está intentando consolidar el nivel de 9.800 puntos, soporte muy relevante; mientras así sea, y sin tener en cuenta perforaciones puntuales fruto de la volatilidad creciente, el potencial de volver a ver los 11.000/11.200 es elevado.
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