Tot per al vi, que tiene su portal abierto en la calle Batle Pere J. Jaume Pons y el almacén en el número 57 del vial 1 del polígono de Santa Maria, es fruto de la evolución de la ferretería, del contacto con las necesidades del cliente. Ofrece un servicio global a bodegueros y a particulares. Se fundó hace siete años, cuando la fiebre por el vino disparó el número de particulares que elaboraban su propio producto, y continúa en constante crecimiento, tanto en número de clientes como en facturación.
La ferretería Can Xic celebrará este año sus bodas de plata. Ubicada en la calle Jaume III de Santa Maria, tiene el mismo nombre que la ferretería que regentan los padres de Rafael Ramis en Pòrtol desde siempre.
El empresario no es ajeno al momento complicado que viven las ferreterías, pero su apuesta por la calidad, el buen servicio y la cercanía le permiten continuar. El gran enemigo -considera Ramis- no es la competencia de las grandes superficies.
“Es un momento muy complicado, especialmente desde que los pueblos se han convertido en ciudades dormitorio. Esta transformación ha sido mucho más determinante que la competencia de las grandes superficies, que hace muchos años que conviven con nosotros. Evidentemente, no ayuda, pero no es definitivo. Lo peor es que los pueblos se han convertido en ciudades dormitorio”, asegura.
Ramis comenzó a vender productos relacionados con el mundo del vino al regresar de una feria de Zaragoza en la que adquirió sus primeros enseres vitivinícolas, en principio destinados a aquellos particulares que elaboran su propio producto.
Tot per al vi es fruto de la necesidad del mercado, puesto que ofrece un servicio global y completo, ágil y rápido.
La empresa vende todo tipo de toneles para la maduración del vino, además de depósitos de acero inoxidables de diferentes tamaños. “La práctica totalidad de las bodegas de Mallorca son clientes, pero no nos dirigimos solo a los profesionales.
Pretendemos facilitar el proceso de elaboración y, a la vez, contribuir a mejorar la calidad, que es excelente”, explica Ramis.
La empresa dispone de un laboratorio, que ahora está en trámites de homologación, para hacer el seguimiento del producto de todos aquellos que así lo desean. Una enóloga -Irina- y una técnica de laboratorio -Margalida- forman parte de la plantilla de una empresa diversa, puesto que también vende las botellas, los corchos, la etiqueta y dispone para particulares y casos de emergencia de los bodegueros de una práctica y rápida embotelladora, además de una etiquetadora. “Tenemos dos marcas de toneles, diferentes depósitos de aluminio, herramientas, enseres, pero lo que más vendemos son botellas y corchos”, afirma Ramis, que muestra orgulloso la estantería en la que guarda los envases de todo tipo.
Hay tres principales modelos de botellas: bordelesa, borgoña y rhin, pero varía el peso y la altura, con capacidades muy diversas. “La botella que más se utiliza en Mallorca es la bordelesa, mientras que la rhin prácticamente no tiene salida”, manifiesta, al tiempo que explica que “también comercializamos diferentes tipos de tapones de corcho, puesto que los tapones de plástico no se utilizan aquí”.
CERVEZA. Tot per al vi no es una tienda solo para el vino. De hecho, ofrece también sus servicios a los amantes de la cerveza artesana. En los últimos años se ha puesto de moda la cerveza elaborada en casa y de un modo tradicional. “Nosotros vendemos todos los productos necesarios para elaborar cerveza artesana. Es sencillo”, explica Ramis. Los cerveceros artesanos pueden obtener también en Tot per al vi las botellas, los depósitos y todo el material imprescindible, además del embotellado y el etiquetaje.
Fabricar cerveza artesana es relativamente sencillo. Ramis comercializa un kit básico para su elaboración, que cuesta poco más de 100 euros. De hecho, y desde hace unos años, las principales marcas venden unos botes con los productos necesarios para elaborar la cerveza. “Fabricar cerveza es relativamente barato. Con poco más de 100 euros se obtiene el pack completo imprescindible”, asegura, al tiempo que explica que las diferentes marcas que elaboran cerveza artesana en Mallorca iniciaron el negocio con un presupuesto exiguo.
Tot per al vi organiza de forma regular y periódica cursos para perfeccionar la elaboración de cerveza. Los alumnos -siempre son grupos reducidos de una docena de personas como máximo- elaboran su cerveza y al cabo de unas dos o tres semanas ya pueden recogerla.
La empresa está también al servicio de los pequeños productores de aceite. Tot per al vi, en este sentido, dispone de los molinos necesarios para hacer la pasta o de las imprescindibles centrifugadoras, además de depósitos para el almacenamiento.
Ramis está orgulloso de sus empresas y muy especialmente de los trabajadores. Consciente del rédito que supone disponer de un importante capital humano, Ramis no duda en elogiar a los once trabajadores que tiene a su cargo, puesto que son “el alma de las empresas. Son imprescindibles”.
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