Y no solo porque procedan de la única empresa menorquina que se dedica a su producción, sino porque sus famosas obleas son especialmente recomendadas por algunos médicos como alimento ligero y equilibrado. Esta nueva generación de artesanos del barquillo liderada por los hermanos José, Daniel y Paqui Bosch sigue la tradición heredada a través de diversas generaciones y su público se mantiene fiel a este postre del recetario popular.
Fue en Alicante donde José Ibáñez Penalba se inició por primera vez en el oficio de barquillero junto a su hermano Carlos, poco antes de estallar la Guerra Civil. Fue un pequeño obrador familiar en el que llegaron a trabajar diez personas, pero que tuvo una corta vida. Las duras circunstancias que asolaban el país les hicieron emigrar la colonia francesa de Orán, una ciudad del noroeste de Argelia, en la costa del Mar Mediterráneo, que por aquel entonces rebosaba optimismo.
La patria de Albert Camus fue temporalmente la de los hermanos Ibáñez, que prosiguieron haciendo barquillos y obleas hasta que estalló la guerra argelina. El abuelo de los actuales propietarios decidió regresar a España antes de que fuera demasiado tarde. La búsqueda de un futuro más tranquilo lo acabó moviendo primero a Mallorca y posteriormente hasta Menorca.
La coincidencia en el tiempo de poder coincidir con ilustres artesanos del helado como ‘El Turronero' de Maó, Gelats Torres de Ciutadella o Fernando Sintes, fundador de La Menorquina, volvió a situar a José Ibañez en su oficio de barquillero.
PRIMERA MARCA. Barquillos La Alicantina fue la primera marca con la que inició su suministro en una planta baja situada en la calle Sant Cristòfol de Ciutadella, donde se dedicaba a la elaboración de barquillos y cucuruchos para las heladerías de la ciudad en los años cincuenta. Diez años más tarde decide trasladarse a la calle Domingo Savio, desde donde sigue trabajando hasta su jubilación.
En 1982 su yerno Francisco Bosch, casado con su hija Mercedes, transforma profundamente el negocio gracias al boom turístico que vive Menorca en aquella época y a su visión comercial. Un cambio que pasa por el nacimiento de la marca Boskiba, suma de los apellidos Bosch e Ibañez, cuando el suegro de Cinto Bosch se jubila. Progresivamente se va comprando maquinaria que permite una modernización de los procesos de elaboración, junto a una gran labor de distribución más allá de las heladerías. Los nuevos clientes son ahora hoteles, cafeterías, pastelerías y supermercados, en un crecimiento sostenido que con el paso de los años les hace pasar de la veintena de clientes hasta los más de trescientos que tiene la empresa en la actualidad.
En esta primera etapa se incorpora también el primogénito de la familia, José Bosch, que ayuda a sus padres y se forma como artesano barquillero, como lo había sido su abuelo.
EVOLUCIÓN. La incorporación de treinta y siete referencias al catálogo de productos de Boskiba también supone una apertura del negocio en paralelo como distribuidores de una amplia gama de artículos para heladerías y pastelerías. Las obleas, los barquillos, las tulipas, los cucuruchos o los vasitos de galleta, añadiendo también creaciones saladas o con cobertura de chocolate empiezan a formar parte de su gran surtido con el que crece en número de puntos de venta pero también en clientes que se van convirtiendo en fieles consumidores.
Las obleas de Boskiba se han convertido incluso en una recomendación médica habitual para dietas de personas con problemas digestivos. La empresa familiar ha ido creciendo con la incorporación de Daniel Bosch y su hermana Paqui en 1994 y 1996 respectivamente, que igual que su hermano mayor, han aprendido el oficio de barquilleros pero también colaboran en las tareas de comercialización, envasado o distribución. Precisamente el crecimiento de la empresa ha hecho necesaria también la compra de un segundo local, sumando en total cuatrocientos metros cuadrados para almacenaje.
Desde 2001 los tres hermanos están al frente del negocio tras la jubilación de su padre, que sigue acudiendo al obrador como maestro barquillero para dar sus consejos pese a que está a punto de cumplir los ochenta y dos. Durante estos últimos años, coincidiendo con un crecimiento de las ventas, la empresa ha decidido renovar toda la imagen corporativa de su gama de productos con la vista puesta en la comercialización fuera de Menorca.
La nueva generación no solo ha puesto al día la marca en cuanto a packaging. También ha apostado por actualizar su perfil digital con una página web informativa que a partir del próximo 2015 incorporará un canal de venta online. Aunque el noventa por ciento de las ventas registradas son insulares, también venden puntualmente en Mallorca, y están estudiando ampliar sus ventas a Eivissa y a la península con una línea de productos artesanos delicatessen con los que se han introducido en los mejores establecimientos de Menorca.
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Enhorabuena