Josep Antoni Ahuir, ayer, en la sala de Es Polvorí, junto a una de sus obras.

Josep Antoni Ahuir (Dénia, 1960) reconoce que lo suyo con la escultura es «una vocación tardía». Tras formarse como herrero y trabajar en unos astilleros, el trabajo que realizaba para el escultor vasco Joxe Alberdi (fallecido en 2008) encendió en él la chispa del arte. «Me entró el gusanillo y en el año 2000 empecé a hacer algunas piezas», recuerda en la sala de Es Polvorí, que gestiona la Fundació Baleària en Dalt Vila y donde, desde ayer, puede verse una selección de su trabajo hasta el día 24 de febrero.

Pero sus años en la forja y en los astilleros sí dejaron en él un poso, un gusto por unos materiales muy concretos, el hierro y el acero inoxidable, que se han convertido en un sello de su obra. «Siempre que puedo intento combinarlos, pero últimamente me llama mucho más el usar acero, aunque sea más difícil obtener con él el resultado que deseo. El hierro puedes trabajarlo con calor y un martillo, pero el acero es más duro y también más caro», reconoce, pero sin dejar de lado un hecho que pone de manifiesto su amor por el hierro: «Muchas piezas las imagino en hierro y las ejecuto en acero».