Su esposa, Doris Downes Hughes, afirmó en la nota que se encontraba junto con su marido cuando falleció ayer de forma plácida en el hospital Calvary a las 15.40 hora local (20.40 GMT).
Doris Downes destacó la humanidad, cercanía y erudición de Hughes, quien padecía problemas de salud tras pasar en 1999 cinco semanas en coma y ser intervenido quirúrgicamente una docena de veces a consecuencia de un accidente de automóvil sufrido en Australia, donde solía pasar varios meses al año.
Galardonado con el premio El Brusi concedido por la Olimpiada Cultural de Barcelona en 1992 por un ensayo sobre esa ciudad, el escritor australiano se sintió siempre atraído por España.
En «Barcelona», Hughes repasa la historia de la ciudad a través del arte, la literatura y la arquitectura desde la época de los romanos hasta el siglo XX.
Escribió una biografía y rodó un documental sobre el pintor español Goya, quien decía que se le había aparecido en sueños durante su estado de coma y al que definía como «uno de los pocos grandes pintores del dolor físico, las crueldades y las humillaciones corporales».
Su exmujer Danne Emerson, de la que se divorció en 1981, murió de un tumor cerebral en 2003, tres años más tarde del suicidio de su hijo en común, el escultor Danton Hughes, a los 34 años.
El escritor australiano nació el 28 de julio de 1938 en Sídney y, tras estudiar Arte y Arquitectura, empezó a trabajar como dibujante de viñetas y crítico de arte en el periódico australiano «The Observer».
En 1964, se mudó a Europa donde colaboró con medios como la cadena BBC, los diarios «The Times» y «The Spectator» y la revista «Time», y en 1970 a Nueva York donde continuó con su trabajo como crítico, escritor y director de documentales.
En 1987 escribió su libro más conocido, «The Fatal Shore», un ensayo sobre los primeros asentamientos británicos en Australia en los siglos XVIII y XIX, entonces un destino colonial para los prisioneros del reino.
El «New York Times» ha definido a Hughes como un «crítico e historiador elocuente y combativo que vivía con intensidad dramática y escribió con un sentido de la autoridad que debía más a Zola o Ruskin que a su propio siglo».
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