—¿De qué manera definiría su trabajo como educador?
—Trabajo con actores enseñando actuación de un modo británico, entre comillas, principalmente para el teatro. El trabajo que desarrollo es tal y como se hace en las escuelas inglesas y está basado en Shakespeare. Es un autor que requiere una imaginación más amplia, más respiración, más control, más todo... Cuando consigues interpretar a Shakespeare puedes hacer cualquier cosa, un David Mamet, Harold Pinter o Arthur Miller. Es más fácil, es como subir el Everest y después subir el Teide. La enseñanza está relacionada con la imaginación del actor y su habilidad, su arte. Mucha gente tiene buena imaginación, pero no necesariamente la habilidad para usarla. Un músico o un bailarín tienen que tocar o bailar cada día. Un actor es lo mismo, es práctica, práctica y práctica. Es un trabajo duro.
—¿Cómo ha sido la experiencia del curso en Eivissa?
—Una gran experiencia. Estoy emocionado y muy contento. El grupo era delicioso, encantador, trabajó muy duro y estuvo muy abierto a los distintos tipos de trabajo que planteamos. Añadí una nueva herramienta en su bolsa de trabajo. Pero no hay una manera correcta o incorrecta de hacer nada, lo que aprendieron es algo más que pueden usar en su trabajo como actores.
—¿Cuál es la importancia del método clásico en la interpretación moderna?
—No existe realmente una método moderno, hay una técnica que puede verse en muchas películas de Hollywood en la que hablan y apenas se les entiende. En un escenario, en el teatro clásico, como con Shakespeare, tienes que hacerte grande. En un gran teatro tienes que sentirlo, tienes que llenarlo como actor y el teatro clásico ayuda en eso. Este tipo de enseñanza no es para convertir a la gente en actores de Shakespeare, es para ayudarles a que se desarrollen, a que vayan más allá de sus límites.
—Supongo que esta pregunta se la habrán hecho cien veces, pero, ¿cuál es la vigencia de shakespeare?
—Es el modo en el que puso las palabras una junto a la otra, colocándolas de un modo que al rozarse unas con otras producen imágenes. Puede que sea uno de los escritores más densos, en el sentido de que coloca palabra tras palabra y todas ellas tienen su propio significado, su importancia. Pero son palabras simples al mismo tiempo. Es una pregunta difícil de contestar. En Japón, por ejemplo, adoran a Shakespeare en japonés ¿Cómo lo hacen?, y en España, en Alemania, en Francia, cómo lo hacen al traducirlo? Como director he vuelto a Shakespeare continuamente. He hecho tres Hamlet y en todas las ocasiones ha sido diferente.
—¿Cuál ha sido su mayor reto?
—Cada vez que he hecho una obra... Creo que voy a escabullirme de la pregunta. Recuerdo la primera vez que dirigí una obra o a el musical Sweeney Todd que dirigí el pasado año, que era una gran producción. Cada vez es un reto. También he tenido momentos de miedo, cuando he sido productor y director y no tenía dinero para pagar las nóminas el viernes. Aunque es una situación diferente.
—¿Quiénes son sus actores favoritos?
—Como actrices, Judi Dench me gusta mucho, y también Meryl Streep. Puedo verlas continuamente y me emocionan hagan lo que hagan. En cuanto a actores no puedo dar una lista porque a veces son muy buenos y a veces no. Ian McKellen me gusta en determinados roles y en otros no. Muchos actores jóvenes que están apareciendo lo hacen bien, aunque no merece la pena dar aún sus nombres. He trabajado con muy buenos actores y cuando funciona es maravilloso. Cuando mejor es el actor, normalmente es más fácil trabajar con él.
—¿Cuál es la situación del teatro hoy día?
—Está creciendo, evolucionando. Está derivándose cada vez más fuera de los teatros tradicionales. La formalidad está cambiando. Por ejemplo, cuando se hace una obra en un aparcamiento o en una iglesia se trata de algo que pasa allí y la experiencia crece para el público. También creo que las dificultades financieras que estamos pasando están siendo utilizadas por los dramaturgos. El teatro, que no el cine, siempre funciona mejor cuando lucha contra algo, como en Sarajevo o en Sudáfrica durante el Apartheid. A través de la historia las obras teatrales se han escrito para decir de un modo codificado aquello que no podía decirse en público. Por ejemplo, cuando gobernaba Margaret Thatcher la vida fue muy difícil para muchos y se dividió la nación, pero el teatro floreció. Cuando la vida es más fácil, la gente no tiene retos y se nota en el teatro.
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Felicidades, Chris!