De izq. a dcha., Manel Santana Morro, autor del libro premiado, Pepita Costa y el editor Miquel Costa, ayer, durante la presentación del libro en el Consell. | Marco Torres
Invocar les remors esvaïdes es el título del libro de Manel Santana Morro (Mallorca, 1972) que ha sido elegido como ganador de la undécima edición del Premi Joan Castelló de relats curts. A la presentación, que sirve como el preludio perfecto para los actos que tiene previstos realizar el Consell d'Eivissa con motivo del Dia del Llibre, acudieron tanto el autor como la consellera de Cultura, Pepita Costa, y el editor de la obra, Miquel Costa.
El galardón, que se instauró en 2001 para homenajear la figura del escritor y folklorista ibicenco que da nombre a este premio, está dotado con 2.500 euros y la publicación de la obra ganadora. El acta del jurado que eligió este libro el año pasado, formado por Bernat Joan, Xavier Ribas Tur, Bartomeu Ribes Guasch y Jaume Gomila Saura, valoró «la capacidad evocadora, los toques poéticos, las pinceladas cinematográficas, el ritmo de la obra y la ironía que recuerda a los cuentos publicados por Castelló Guasch».
Voluntad antropológica
Manel Santana Morro explicó ayer durante la presentación que se considera un auténtico seguidor de este premio, que colecciona a los libros ganadores y que Invocar les remors esvaïdes fue escrita pensando especialmente en presentarse a este premio ya que le hacía especial ilusión pasar a formar parte de la lista de ganadores de este galardón.
El mallorquín explicó que el germen que inició este proyecto fue la curiosidad que le produjeron, durante su estancia en la Isla por motivos profesionales, diferentes barrios populares y tradicionales de Vila. Así, en el libro aparecen siete relatos ambientados en sa Penya, la Marina y Ca n'Escandell, entre otros lugares.
El autor aseguró que este libro es un acto de gratitud. «Llamé a muchas puertas, hice sonar muchos teléfonos y toda esa molestia nunca la podré pagar», aseguró al referirse a la labor antropológica de investigación que debió realizar para obtener los testimonios que se recogen en este libro o que inspiraron estos relatos.
«Cuando comencé a pasear por sa Penya descubrí una geografía muy interesante de lo que fue y de lo que puede llegar a ser», recordó ayer el escritor. De sus paseos destaca cómo en este barrio marinero «se establecían unas relaciones humanas y sociales muy espontáneas a la par que viscerales y había un alto grado de permeabilidad en el sentido de que lo que pasaba en las casas tenía un efecto en la calle y viceversa». Así, Santana Morro aseguró que «en sa Penya mundo exterior y mundo interior, mundo público y mundo privado, a menudo se mezclaban».
El autor narra a través de anécdotas que van desde una infidelidad hasta la historia de una chica que pretende ir en bicicleta por sa Penya y se da cuenta de la dificultad orográfica que supone a historias dramáticas, como el impacto que tuvo la Guerra Civil, siempre desde la cotidianidad, cómo era la vida en Vila en los años setenta y ochenta. Otro de los aspectos que más llamó la atención al autor durante su labor de recopilar información fue el elevado sentido de la amistad, cuando mucha de la vida social, en estos barrios, se hacía en las calles.
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