Una imagen de Pierre Bayart hace cuatro años y medio, cuando se presentó la edición en francés.

Pierre Bayart lleva décadas viviendo en Formentera donde asegura pasó parte de su juventud, pero no quiere señalar, quizás por coquetería, cuándo visitó la Isla por primera vez, aunque todo indica que fue a finales de los sesenta. Involucrado en iniciativas ecologistas, científicas y culturales, tras un largo período de gestación en 2007 presentó La méridienne de France et l'aventure de sa prolongation jusqu'aux Baléares en la colección ‘Acteurs de la science' de la editorial L'Harmattan. Un par de días antes del próximo Sant Jordi, se presentará la versión en catalán, a cargo de la editorial ibicenca Mediterrània que ha contado con la subvención del Consell de Formentera.
La base de la obra son los trabajos de dos astrónomos franceses, Jean-Baptiste Biot y el joven François Arago, con la colaboración del matemático y astrónomo gallego José Rodríguez, para prolongar las mediciones del meridiano de París intentando precisar el valor del metro, medida con menos de diez años de vigencia. Los hechos se produjeron hace doscientos años aunque la expedición se inició en 1806 y finalizó abruptamente en 1808 con el estallido de la Guerra de la Independencia.
Bayart explicó cuando presentó la obra que «sabía desde hacía años que aquí tuvo lugar una expedición científica en la que participaron dos franceses, uno de los cuales sólo tenía 21 años en aquella época, François Arago, que aquí llaman Francesc Aragó porque era catalán, y eso atrajo mi atención. Me preguntaba cómo un estudiante se metió en una aventura de estas características viviendo en invierno en la Mola de Formentera a principios del siglo XIX».
Elaboración
Así, durante años, fue leyendo libros en los que se mencionaba la expedición, trabajos científicos sobre ella. «En 1995 cambió el rumbo de mis actividades profesionales y decidí profundizar en esta investigación, ir directamente a las fuentes e intentar encontrar la correspondencia de los científicos involucrados» subrayó Bayart, que agregó que en estos trabajos participó de forma muy activa el gallego José Rodríguez, según él, «un científico de alto nivel y que además era independiente, no quería trabajar para la Marina española y se dedicó a la investigación». De él, Bayart cuenta que pasó cerca de seis meses en Sant Mateu esperando inútilmente que se iluminara una luz que serviría como confirmación visual de determinadas mediciones. Esa confirmación jamás se produjo aunque las mediciones sí se llegaron a realizar.
Pierre Bayart reconoce que la curiosidad inicial sobre el asunto fue creciendo pues «poco a poco obtuve más material por lo que finalmente decidí que lo mejor era escribir un libro sobre esta aventura científica, claro que, como soy un tanto perezoso y no soy novelista, no he podido escribir una novela histórica, que hubiera sido muy interesante», explica el autor, que añade: «Me he quedado en un formato de tesis universitaria un poco compleja pero al final del libro recojo aspectos cronológicos y de ambientación de la isla en esa época que coincide con la cumbre del imperio de Napoleón y en Balears con casi el final de la época de los corsarios».
Objetivo
La finalidad de la expedición era instalar una estación astronómica en Formentera ya que la posición de la Isla permitía alargar el meridiano de Francia, o de París, que parte en territorio galo en Dunkerque, pasa por la capital gala y se perdía de nuevo en el mar en Barcelona pero se sabía por prolongaciones que pasaba justo por encima de la isla de Dragonera. «Utilizando Eivissa y Formentera como puente, se podían hacer triangulaciones con la costa levantina, desde Barcelona hasta Dénia, lo cual significaba crear estaciones y seguir la medida del meridiano, ya que la medición del mismo sirve para el estudio de la forma de la tierra y ajustar la longitud del metro, el nuevo módulo de medida que se había implantado en 1799. Físicos y astrónomos estaban, en esa época, trabajando mucho para determinar exactamente la longitud del metro en el que se basa el sistema decimal que ahora conocemos», apunta el francés.
El libro mezcla ciencia y retratos históricos así como anécdotas de Formentera, en concreto del Pilar de la Mola y la finca de sa Talaiassa donde aún permanece el vértice geodésico utilizado como punto de triangulación con Campvey en Eivissa, Mongó en Alicante, el desierto de las Palmas, también en la Comunidad Valenciana y Mallorca en la cumbre de Esclop en la sierra de Tramuntana.