La obra escrita por Miguel A. Roig-Francolí fue dirigida ayer en Can Ventosa por Adolfo Villalonga, quien pidió al autor que el estreno mundial de la versión orquestada se realizara en la Isla | Marco Torres
Canciones al infinito para violín y piano, de Miguel A. Roig-Francolí fue escrita por encargo de la Fundación para la Música Ibérica de Nueva York y fue estrenada por Jennifer Roig-Francolí (violín) y Adam Kent (piano) en el neoyorquino Carnegie Hall. Ahora, arreglada para orquesta, la pieza se presentó ayer en Cant Ventosa bajo la dirección de Adolfo Villalonga.
La idea compositiva original, según el propio Roig-Francolí, fue la de «evocar el concepto de infinidad a través del ritmo, la melodía y la armonía, tres elementos musicales que se prestan particularmente al continuo desarrollo o extensión».
La obra incorpora una variedad de solicitudes que hizo Jennifer en forma de sonidos particulares, carácter expresivo e, incluso, ciertas notas específicas que «en su violín suenan fantásticamente».
El estilo post-modernista de la pieza «está lleno de la vitalidad y la luz mediterránea», aseguró hace unos días Roig-Francolí.
La violinista norteamericana Jennifer Roig-Francolí asumió en esta obra la mayor parte del reto. Ella estará presente en todo el concierto, que consta de cinco movimientos: La pregunta, Melodía, Juego de destellos, Improvisación y La fuente.
Las piezas transcurren entre ritmos más intensos y otros que se caracterizan por melodías nostálgicas, románticas y dulces.
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